Amado Boudou pasó de ser un potencial presidenciable, con suficiente capital político como para convertirse en la nueva carta del kirchnerismo, a ser es una de las figuras políticas más polémicas y con peor imagen en Argentina. Es el vicepresidente de la República y en los últimos tiempos, mientras la presidenta Cristina Fernández se recupera de un problema de salud, ha ejercido el poder.