El cansancio de los años, un pequeño problema en sus ojos y el llanto que derramó por varios años por cuatro de sus hijos fallecidos, dos de ellos en el atentado a las Torres Gemelas del 11 de septiembre del 2001, marcan la vida de Blanca Robertina Morocho, de 75 años, quien pese a los achaques se gana la vida criando gallinas.