Un tailandés, nacionalizado estadounidense, murió camino a conocer a la mujer con la que sostenía un affaire digital. De 76 años, casado y con dos hijos, el hombre cayó en el coqueteo. Se había enamorado. Pero el hombre murió, no supo de la trampa que le habían tendido desde un chatbot generado por inteligencia artificial (IA).