Abrir las puertas de la casa para recibir visitas es un acto en el que todos no reaccionan igual. La psicología analiza esos casos en los que algunos , simplemente, las atiende por cortesía, pero no por gusto. Otros… “detestan” que vayan conocidos. Veamos qué dice una experta.

Hogar: templo sagrado

Si eso llega a sucederte o te pasa con frecuencia debes saber: “No es que odies a las personas, ni que tengas problemas sociales. Simplemente en lo más profundo de tu ser prefieres tu silencio, tu espacio, tu energía intacta”.

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Foto: Liza Summer/Pexels

Ocurre una “resistencia íntima a las visitas… una necesidad de proteger tu hogar, como si fuera un templo sagrado y no… no eres rara (o), mucho menos antisocial”, explica para El Confidencial la psicóloga Marian Rojas .

El “malestar” ante una visita inesperada puede ser, en realidad, un mecanismo de autoprotección, más que un rechazo personal hacia los demás.

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Se produce una suerte de choque entre la “máscara social” que todos usamos en público y la necesidad de autenticidad en el espacio propio. “No estás siendo egoísta, estás siendo sabia”, indica Rojas sobre el “malestar” ante la llegada de conocidos a tu vivienda.

Para Rojas, esa sensación no tiene nada que ver con ser “antipática” ni con tener problemas sociales.

Es “una forma distinta de gestionar la energía” y señala: “Para muchos, el hogar es un refugio sagrado, un lugar donde la mente se recarga con silencio y calma. Por eso, algunas personas se nutren de la interacción constante, otras para recuperar fuerza solo necesitan soledad”.

Foto: Pexels/RDNE Stock project

Explica la psicóloga: “Se trata de una estructura de personalidad más introspectiva, como la que describía Carl Jung: mientras unas personas se nutren del contacto constante con los demás, otras necesitan silencio para volver a su centro”.

Autocuidado

Para Marian Rojas, “abrir la puerta de tu casa equivale a abrir una parte íntima de tu mundo interior. Y eso, para quien está en proceso de sanar, de reencontrarse o simplemente de descansar, puede sentirse como una invasión energética”.

Rechazar una visita, posponer un plan o incluso decir “no me dan ganas” -asegura la psicóloga- “no es frialdad: es autocuidado emocional”.

La psicóloga Marian Rojas pide a quienes se ven reflejados en esta escena que no se sientan culpables por no disfrutar las reuniones sociales en casa.

“Deja de disculparte por necesitar silencio, por necesitar paz”, dice en uno de sus videos que comparte en Youtube, reseña TV Azteca.

Agotamiento social

“Tienes derecho a reservar tu espacio y tu tiempo, porque mientras tratas de complacer a otros, corres el riesgo de abandonarte a ti misma“, advierte.

Piensa que en tiempos en los que la sociedad premia la hiperdisponibilidad es momento de dejar de normalizar el agotamiento social.

Es cuestión de reconocer y respetar: “Para algunos, el verdadero descanso está en estar en casa, sin visitas, sin planes, sin culpa”.

Señala Rojas que la clave no está en aislarse del mundo, sino en saber cuándo necesitas pausa y cuándo puedes abrirte a los demás. (I)

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