Bodie es un pueblo fantasma bautizado así en recuerdo a un hombre que a tiros forjó su ley. Fue pistolero y cuando trató de sacudirse esa mala fama, decidió ser cazador de oro. Su nombre era William S. Bodey.

Como ves, en el afán de rendirle homenaje póstumo, el nombre del pueblo quedó mal escrito eternamente.

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Si vas al poblado, te sorprenderás y recibirás una orden que a muchos los regresa a la infancia: “No toques nada”.

Bodie se encuentra en California, Estados Unidos.

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Bodey buscaba oro, sí y paz. En El País señalan que halló las dos cosas, aunque no las disfrutó.

Era verano de 1890 y Bodey, junto a un grupo de hombres, entró a explorar y probar suerte en el valle de Willow Creek, del que señalan es un lugar remoto al norte de California.

El expistolero vio cumplirse su sueño. Encontró oro y plata cerca del lago Mono, señala el sitio web del parque en el que se convirtió la zona.

Días después de su hallazgo, a California llegó una tormenta de nieve.

La nevada claro que cubrió el valle de Willow Creek. Quienes acompañaban a Bodey buscaron refugio.

Bodey, no. La codicia o la testarudez pesaron más. Se quedó, cerca del río, hasta lograr salvar el oro. Eso pensó. Pero no se detuvo en su edad ni en la adversidad climática,

Los compañeros, la mañana siguiente, cuando salieron de una cueva, donde se pusieron a salvo, lo hallaron muerto.

Allí mismo lo enterraron. Bajo nieve. Luego surgió la idea de nombrar al pueblo con su apellido.

Esos “compañeros” se llevaron el oro de Bodey. Como dice el refrán: Nadie sabe para quién trabaja.

Publica El País que justo al año rebautizaron el pueblo.

Bonanza en Bodie

Bodie creció. Movidos por la fiebre del oro llegaron gente para poblarlo y oportunidades económicas para todos.

Paralelamente, también comenzó a asentarse la mala fama.

En palabras del medio español, “Bodie llegó a tener 65 saloons (bares típicos del lejano Oeste), 40 tiendas de comestibles y materiales, 10 bancos, tres funerarias, dos bandas de música y una cárcel”.

Circulaba hasta un periódico.

La suerte cambió. Hacia 1912, “el oro escaseaba, los saloons cerraban uno a uno”, la gente comenzó a salir de Bodie.

Un incendio, provocado en una de las minas de la zona, se descontroló y consumió el pueblo.

Centralia, el pueblo en Estados Unidos que tiene un incendio permanente desde hace más de 60 años

Destaca El País: Quedó intacta fue la iglesia, hecha de madera.

La leyenda: No toque nada

Del episodio salió una suerte de leyenda.

Al parecer, “algunos de los últimos habitantes se refugiaron en esa iglesia y vieron, paseándose entre las llamas, al viejo pistolero”. Sí, al mismísimo William S. Bodey.

No solo lo “vieron”. También lo escucharon: “Que les sirva de aviso. No toquen lo que es mío”.

Lo que vino después, es como guion fantasmagórico.

“Quien se llevase algo del pueblo −un clavo, una piedra, una cucharilla − sufriría innumerables desgracias: enfermedades, muertes, divorcios”, difunde El País.

El pueblo quedó deshabitado en 1942 y quien va hace caso: no toca nada.

De leyenda pasó a feik: Ante los robos en el pueblo, se supo tiempo después que fueron “los guardas, desesperados”, quienes “inventaron el bulo de la maldición para ver si, con suerte, la gente se cortaba un poco”.

Visitar Bodie hoy

El pueblo es para muchos un lugar turístico. Quieren ver la iglesia que las llamas no tocaron.

“En 1961 lo inscribieron en el Registro Nacional de Lugares Históricos y, en 1962, lo convirtieron en parque histórico estatal (el Bodie State Historic Park)”, destaca la publicación.

Dos grandes incendios en 1892 y 1932 redujeron las estructuras restantes del pueblo a menos del 10% de las 2000 que alguna vez se mantuvieron en pie. 

Parque Histórico Estatal de Bodie

Su página web indica que abren todos los días, de 9:00 de la mañana a 4:00 de la tarde.

Informan que ciertamente Bodie, el pueblo fantasma, hoy luce prácticamente igual que hace más de 50 años, cuando se marcharon sus últimos residentes.

El pueblo español que fue abandonado por error

Tenga en cuenta que “para preservar el ambiente de pueblo fantasma, no hay comercios en Bodie, como tiendas de comida o gasolina”. Hay una librería dentro del museo.

No se permiten drones, tampoco detectores de metales. Pero sí dicen que es una buena locación para las fotos en otoño.

Y la advertencia sigue vigente: No se puede recolectar ni sacar nada del parque (esto incluye elementos naturales como rocas y plantas, además de objetos históricos).

Quienes llevan las riendas del parque hacen esta solicitud. Es sencilla de cumplir: “Les pedimos que no recojan objetos ni los muevan por el parque. Por favor, dejen todo donde lo vean. Tomen fotos y dejen lo que esté aquí para seguir contando la historia de Bodie en el futuro”. (I)

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