“Antes se agarra a un mentiroso que a un cojo”. Ese es un dicho, un refrán, antiquísimo. Es viejo, sí; pero con absoluta vigencia. Acaba de comprobarse en Vigo, España, donde una demanda laboral perdió peso al descubrirse lo falso que era el argumento de un pescador, el demandante.
Ese pescador se lesionó cuando trabajaba en una embarcación en Irlanda. En enero del año 2022, ese hombre tenía tan solo una semana contratado por una empresa pesquera de la comarca gallega de Barbanza.
En el barco, informan en La Voz de Galicia, se enredó y cayó. Presentó fractura de peroné en una de sus piernas.
Publicidad
Por ese accidente pedía una indemnización de 4.260 euros (4,946.09 dólares). Señalaba que a raíz de la caída, que ameritó operación, debía caminar con apoyo de un bastón inglés porque tenía una cojera aparatosa.
Por ese suceso, estuvo un año de baja.
Recibió el alta “y el Instituto Nacional de la Seguridad Social declaró que tenía lesiones permanentes no invalidantes, que eran indemnizables mediante un baremo y que le correspondía cobrar 1.186 euros (1.186 dólares)”.
Publicidad
El marinero protestó.
La mentira lo hundió
Reclamó más dinero, pero con algo no contaba el pescador.
Publicidad
El hombre decía que requeriría de más euros por la cojera, por el dolor que sufría y, según él, lo limitaban para trabajar. No podía pasar mucho tiempo de pie en la cubierta del barco; tampoco podía subir o bajar subir escaleras ni escotillas.
Mentirosos compulsivos: cuando la mentira se convierte en algo habitual
La empresa pesquera decidió contratar a un detective, que siguió al pescador.
El informe que presentó dejó en evidencia la farsa del marinero: no tenía los problemas para caminar y “fue visto cuando portaba una muleta pero no la usaba como apoyo”.
El “bastón inglés” que decía que necesitaba es un tipo de muleta que se apoya en el antebrazo en lugar de en la axila.
Publicidad
El juez lo escuchó, analizó el caso y tomó su decisión.
En La Voz de Galicia explican que el Juzgado de lo Social número 1 de Vigo declaró que “las lesiones eran permanentes no invalidantes”.
El tribunal resolvió que el pescador recibiera, dos años después de los hechos ocurridos en el barco, 1.000 euros (1,161.02 dólares). Menos de lo que había estimado la seguridad social.
El pescador tiene 65 años y su historia, marcada por la mentira, hundió la confianza que sobre él se tenía. (I)