Tener una buena biblioteca y contar con amigos le bastó al multimillonario Charlie Munger. No necesitó vivir una mansión para sentirse rico, mucho menos para que vieran su estilo de vida.
Munger fue un abogado inmobiliario que se convirtió en uno de los inversores más venerados, destacan en Yahoo Finance. Llegó a ser el vicepresidente de Berkshire Hathaway, un holding estadounidense que tiene como principal accionista al millonario Warren Buffett.
Publicidad
Buffett y él tenían algo en común: “Somos lo suficientemente inteligentes como para haber visto a nuestros amigos que se hicieron ricos construir casas de lujo. Y diría que, prácticamente en todos los casos, hacen a la persona menos feliz, no más feliz”.
Eso lo declaró Munger para una entrevista difundida luego de su deceso.
Publicidad
Charlie Munger durante 70 años vivió en la misma casa. No le hizo grandes remodelaciones. Nunca hubo aire acondicionado.
Decidió quedarse en una modesta casa de Los Ángeles, California.
El multimillonario murió hace dos años. Faltaban pocas semanas para alcanzar un siglo de vida.
La humildad prevaleció
Este hombre tenía dos casas. Una mansión en Montecito, California. Y su sencillo hogar, comprado en 1953.
La primera era una casa “espectacular” con vista al mar en Montecito, California. Estaba ubicada en una urbanización privada que él diseñó, “un enclave al que llamaban ‘Mungerville”, destacan en Yahoo Finance.
La segunda vivienda era su cable a tierra. La adquirió en 1953 y allí estuvo siete décadas.
Mientras sus compañeros invertían sus fortunas en mansiones, Munger se mantenía fresco con hielo y ventiladores. Sí, como lo lee.
Medios, como Yahoo Finance, reseñan que cuando Munger tenía 97 años y durante una “brutal ola de calor” fueron sus amigos quienes fueron a ayudarlo: “cargaron con ventiladores eléctricos y bolsas de hielo solo para refrescar su biblioteca”.
Rechazo a los lujos
Una “casa básica”, para Munger, cumple su función. Una más grande podría permitir alojar a más personas, pero ¿y más allá de eso? “Es muy caro y no sirve de mucho”.
Munger se casó en dos oportunidades y tuvo nueve hijos. Su fortuna fue valorada en 2.600 millones de dólares por la revista Forbes, informa Telemundo.
Pensaba que ostentar riqueza —viviendo en megamansiones— podía ser contraproducente por la numerosa descendencia
A CNBC declaró: “Decidí no vivir una vida en la que me pareciera al duque de Westchester o algo así. Lo hice a propósito... No pensé que sería bueno para los niños”.
Yahoo Finance resume su larga vida: “no necesitaba una mansión para sentirse rico. Tenía libros, ideas, proyectos, gente”.
Un hijastro, Hal Borthwick, describió a Munger para un medio estadounidense. Lo recuerda, de edad avanzada, con movilidad reducida y deficiencia visual… pero el millonario seguía activo: “debatía sobre inteligencia artificial, apoyaba inversiones inmobiliarias y se reunía con amigos para compartir comida en casa”.
Un consejo dejó Munger, quien creía que “evitar los riesgos aparentes, la frivolidad y los escenarios ‘descabellados’ fue clave para su éxito financiero y longevidad”, reseñan en Benzinga.
“Evita la locura a toda costa. La locura es mucho más frecuente de lo que imaginas. Evita la locura a toda costa. La locura es mucho más común de lo que crees. Es fácil caer en la locura. Simplemente evítala, evítala, evítala”, manifestaba Munger. (I)