Cada vez que preparan comida en casa, hay una posibilidad real de que estén trabajando sobre una superficie contaminada con bacterias intestinales.

Un estudio liderado por el microbiólogo Alan Goddard, de la Universidad de Aston, analizó 25 tablas de cocina en hogares reales y encontró que el 44% tenía microbios propios del tracto digestivo humano, lo que indica rastros de contaminación fecal.

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Otro 52% mostró bacterias asociadas con la piel y alrededor de una cuarta parte de las tablas tenía ambos tipos. Estos microbios no necesariamente enferman a alguien cada vez, pero revelan que las brechas de higiene en casa son más comunes de lo que la gente piensa, recoge Earth.

El problema va más allá de la suciedad visible. Foto: Freepik

Cuidado con las tablas de cocina contaminadas

El problema va más allá de la suciedad visible. Las bacterias como Campylobacter, que viene del pollo crudo, pueden moverse de la carne a la tabla, luego al cuchillo y finalmente a una ensalada, si no se lavan entre pasos.

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Las rayaduras microscópicas en las tablas funcionan como refugios para estos microbios. Además, patógenos como la Salmonella no cambian el olor ni la apariencia de la comida contaminada.

El material de la tabla también importa, porque dos tercios de las tablas de plástico analizadas tenían bacterias intestinales, mientras que solo un quinto de las de madera las mostraba. En cambio, las bacterias de piel aparecieron más en madera que en plástico.

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Los investigadores notaron otro patrón curioso y es que las tablas usadas principalmente para carne tenían menos bacterias intestinales que las usadas para vegetales, lo que sugiere que la gente lava con más cuidado después de manipular carne cruda, pero se relaja cuando solo corta lechuga.

Este estudio fue un proyecto de ciencia ciudadana donde estudiantes reclutaron sus propias casas, tomaron muestras con hisopos y luego cultivaron las bacterias en laboratorio.

Las rayaduras microscópicas en las tablas funcionan como refugios de bacterias. Foto: Freepik

La muestra es pequeña, pero logró incluir hogares multigeneracionales o compartidos, que rara vez participan en estudios tradicionales de seguridad alimentaria.

Los resultados refuerzan lo básico. Lavar con agua caliente y jabón, dejar que las tablas se sequen por completo, usar una tabla para carne cruda y otra para frutas o verduras, y reemplazar las tablas de plástico muy rayadas.

Las bacterias sobreviven mejor en superficies húmedas, así que el secado completo no es un detalle menor.

(I)

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