Los cuatro domingos de Adviento traen cada uno una invitación distinta para preparar la llegada de Navidad. No se trata solo de encender velas ni seguir un ritual por costumbre, sino de conectar con algo más profundo.

Esta especia huele a Navidad pero también es un antídoto contra la depresión: su sabor cálido y dulce destaca en galletas y bebidas

La esperanza en la primera semana recuerda las promesas de Dios y la luz que Jesús trae a un mundo en penumbra; la paz del segundo domingo llama a reconciliarse con otros y con nosotros mismos, para dejar atrás las ansiedades.

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La alegría del tercer domingo —conocido como Gaudete, que significa “regocíjate”— rompe con el tono penitencial de la temporada e invita a celebrar con gratitud lo que viene; y finalmente, el amor del cuarto domingo cierra el ciclo para recordar que el nacimiento de Cristo es el acto más generoso que existe, refiere el sitio web Ascension Press.

En la familia reunida le corresponde encender las velas al más pequeño. Foto: Pixabay.

¿Cuáles son los temas del Adviento 2025?

Cada tema tiene un peso bíblico concreto. Son la esperanza, la paz, la alegría y el amor.

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La esperanza se apoya en pasajes como Jeremías 29:11, donde Dios promete un futuro lleno de bienestar.

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Mientras que la paz remite a Isaías 9:6, que anuncia a Jesús como el “Príncipe de la Paz”.

La alegría estalla en Lucas 2:10, cuando el ángel anuncia a los pastores una noticia que causará gran gozo para todo el pueblo. Y el amor se resume en Juan 3:16, ese versículo que todos conocen sobre Dios entregando a su único Hijo por amor al mundo.

El propósito de estas cuatro semanas temáticas es prepararse por dentro. No se trata de acumular decoraciones ni cumplir listas de tareas, sino de ajustar el corazón para recibir bien el mensaje de Navidad.

El propósito de estas cuatro semanas temáticas es prepararse por dentro. Foto: Pixabay.

Reflexionar sobre estas virtudes —esperanza, paz, alegría, amor— permite que el Adviento funcione como un proceso gradual. Primero confiar en las promesas divinas, luego buscar reconciliación interna y externa, después celebrar con anticipación, y finalmente abrirse a compartir ese amor que Dios mostró al enviar a Jesús al mundo.

(I)

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