Cada domingo antes de Navidad, millones de familias encienden una vela más en su corona de Adviento, sumando luz a medida que se acerca el 25 de diciembre.
Esta tradición centenaria, que probablemente nació en la Edad Media a partir de costumbres germánicas precristianas, convierte las cuatro semanas previas a la Navidad en un ritual de preparación espiritual.
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Las cuatro velas no son solo decoración, cada una tiene su propio color, nombre y significado para marcar un camino que va desde la esperanza hasta el amor, detalla el sitio web Hallow.
¿Cómo es el orden de las velas de Adviento?
El primer domingo se enciende la vela morada de la Esperanza, también conocida como “vela de la Profecía”, que evoca las antiguas promesas bíblicas sobre la llegada del Mesías.
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Una semana después, la segunda vela morada representa la Paz y recuerda el viaje de María y José hacia Belén.
El tercer domingo marca un cambio. Se enciende la vela rosa, llamada “vela del Pastor”, que simboliza la Alegría y recuerda a los pastores que corrieron a ver al recién nacido.
Este domingo tiene nombre propio en la liturgia católica. “Domingo de Gaudete”, que significa regocijo. Finalmente, el cuarto domingo antes de Navidad se enciende la última vela morada, la del Amor, conocida como “vela del Ángel”, que celebra el amor supremo de Dios al enviar a su hijo.
Algunas familias e iglesias añaden una quinta vela blanca en el centro de la corona, que se enciende en Nochebuena o el día de Navidad para representar el nacimiento de Cristo.
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La forma circular de la corona simboliza el amor eterno de Dios, sin principio ni fin, mientras que las hojas perennes con las que tradicionalmente se elabora representan la vida eterna.
Aunque hoy existen versiones modernas con luces LED, la esencia permanece que es preparar el espíritu para recibir la luz que llegó al mundo en un establo de Belén.
(I)