Los abrazos, bien apretados, que se dieron un médico, nacido en Uganda, con los miembros de la familia que lo apadrinó, en la década de los ‘90, paralizaron las redes sociales. El conmovedor reencuentro ocurrió en un aeropuerto de Australia. Tenían 36 años sin verse personalmente. Lo vivido ese día ratifica que, en muchas ocasiones, la verdadera familia no siempre es de sangre.