Como la mayoría de los colibríes, el Mensajero del sol (Heliangelus clarisse) es territorial, lo que implica que cuiden con celos las áreas donde se alimentan y hacen vida.

Como si se tratara de un pequeño dron de ataque son capaces de perseguir a sus adversarios en peleas que muchas veces terminan mal.

La dieta de estos ángeles de las alturas incluye el néctar que toman de las flores y eventualmente pequeños insectos.

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El Laboratorio de Ornitología de Cornell refiere que el colibrí Heliangelus clarisse “se extiende hacia el norte desde los Andes orientales de Colombia hasta el suroeste de Venezuela”. Además también puede encontrarse en la Sierra de Perijá, que comparten Colombia y Venezuela.

Colibrí Mensajero del sol (Heliangelus clarisse) Foto Juan Pablo Rojas @elmandelasaves

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Mensajero del sol (Heliangelus clarisse)

El fotógrafo de vida silvestre Juan Pablo Rojas captó imágenes de este colibrí que mide 10 centímetros y habita entre los 2.200 y 3.300 metros.

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Rojas hace un repaso por la leyenda que rodea a esta maravillosa criatura: “Cuenta la leyenda que en el inicio en los hombres no tenían fuego y pasaban frío en los noches, solo el Dios del sol lo poseía y guardaba celosamente en el cielo”.

“Los animales intentaron robarlo para traerlo a la tierra, pero todos fracasaban: El jaguar no pudo trepar tan alto, el águila fue atrapada por la luz del sol y el mono se quemó sus manos...”.

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“Entonces el colibrí con su velocidad se ofreció a intentarlo, voló tan rápido que el Dios del sol no pudo verlo, con un movimiento ágil tomó una pequeña chispa de fuego en su pico y descendió a la tierra antes de que sol pudiese atraparlo, el colibrí dejó caer la chispa sobre una pila de ramas secas viendo así la primera fogata para los humanos”.

Según la leyenda compartida por Juan Pablo Rojas “desde entonces el colibrí es visto como el Mensajero del sol”. (I)

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