Los videos de la fiesta en la Calle 8 se viralizaron el pasado domingo 3. En ese sector, ubicado en la Décima entre la I y la H, en el Cristo del Consuelo, decenas de personas bailaban sin respetar el distanciamiento físico y sin usar mascarillas, entre el viernes 1 y sábado 2.

Este hecho generó repudio entre los ciudadanos por la irresponsabilidad de sus participantes, quienes no temieron contagiarse de COVID-19.

Además propiciaron acciones tardías de las autoridades, que recién tres días después de este baile acudieron al sitio para clausurar siete viviendas.

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La tarde del martes 5, horas después de que se efectuaron dichos operativos policiales y municipales, un equipo de este Diario acudió al sitio. Y es que la multa de $ 2.800 impuesta a propietarios de ciertas viviendas les generó inconformidad.

“Se están metiendo donde las papas quemas, tengan cuidado”, refirió un vecino. Y en efecto, apenas tres minutos después y al intentar conversar sobre la vida en la zona, dos moradores profirieron insultos hacia el equipo de este Diario, en referencia a estas multas.

Con el apoyo de un agente policial, se pudo continuar con el recorrido sobre la Calle 8.

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“No sé cómo clausuraron algunas casas y otras no. Vinieron a cerrar al que es y al que no es”, manifestó Héctor, uno de los vecinos que presenciaron la fiesta el último fin de semana.

Contó que la música a alto volumen es una constante en el sitio. “Aquí la gente saca el parlante, normal, como en muchos lados, todos los días, sin necesidad de estar en feriado o fin de semana”, expresó.

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Aclaró que las personas comenzaron a concentrarse en el sitio desde la tarde del viernes 1. “De aquí la gente manda videos a sus panas y dicen: ‘Vénganse a la Calle 8’. Aquí el 1 de enero la gente se amanece chupando (libando), va a reposar, come el almuerzo y sale a vacilar”, explicó Héctor.

Este tipo de festejos se replican en diversas épocas del año. Varios moradores y personas ajenas al sitio se reúnen para bailar. Cierran las calles.

“¿Qué va a hacer la policía con más de 1.500 personas aquí? Es difícil que entren”, manifestó el ciudadano.

José L. es otro morador de la zona que también fue testigo del multitudinario festejo. Explicó que el nombre de esa calle se debe a una vía similar en Esmeraldas. En otras ocasiones, contó, vecinos venden platillos de esa provincia.

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Este jueves 7, el Municipio multó a propietarios de 40 inmuebles en la Calle 8. Foto: José Beltrán.

El ciudadano dijo que son pocos los vecinos que han sufrido COVID-19 desde marzo.

“No se vio tanto por acá los muertos por el virus como (en calles) más adelante, que había embalados por tres, vuatro días. Por eso es que la gente ahora salió con todo”, analizó el morador.

Él recordó las palabras que un policía le expresó la mañana del pasado martes, durante el operativo de clausuras. “Un policía dice: ‘Esperen dos semanas y están toditos contagiados’, pero aquí no nos hemos enfermado mucho. Y tenemos bastantes personas de la tercera edad”, sostuvo.

Ese día llegó una clínica móvil de la Alcaldía de Guayaquil para las atenciones por un posible rebrote de casos COVID-19 que podría darse allí.

Durante el recorrido, se evidenció que la mayoría de moradores no cumple con rigor las normas de bioseguridad.

Un grupo de siete niños jugaban con una pelota sobre la intersección de las calles Décima y la I. Bromeaban entre ellos, sin utilizar mascarillas.

En portales se observó a grupos de cuatro a cinco personas conversando sobre las veredas, otros se distraían con juegos de mesa, pero tampoco utilizaban el cubrebocas. Incluso un parlante comenzó a sonar en forma ruidosa con una melodía de salsa, cerca de las 17:30.

Las casas del sector son de construcción mixta. Algunas está apostadas sobre la ribera del estero. Varios mototaxis circulaban por la calle Décima trasladando a pasajeros.

Una de las principales vías de acceso a este sitio es la calle A y la Décima, dos cuadras antes del tradicional puente.

Los problemas con agentes policiales también son constantes. Desde hace varios años existen rencillas cuando en el sitio se realizan controles.

Héctor no negó que el lugar es peligroso por la presencia de microtraficantes y antisociales. Pero también hay familias respetables, que tratan de enseñar buenos valores a sus hijos, justificó el ciudadano.

Otros vecinos explicaron que se necesitan obras de mejoramiento urbano en la zona.

Luis Arroyo lleva más de 50 años viviendo en este populoso sector guayaquileño. Contó que muchas de las familias que se asentaron en dicho lugar llegaron desde Esmeraldas.

“Todo esto era puro lodo, por aquí pasaba un puente de caña que comenzaba desde la Décima largo hasta la Séptima. El que compraba sus palos iba montando su casita. El puente de la A fue después. Esto era pura agua”, rememoró.

Con el paso del tiempo, varias administraciones trabajaron para rellenar la zona.

Pero en la actualidad, allí existen varias necesidades.

Arroyo narró, por ejemplo, que el sitio quedó anegado luego de la fuerte lluvia que cayó sobre la urbe el domingo 3.

“No hay drenaje, ese día el agua subió el bordillo y alcanzó hasta la pared de mi casa”, dijo.

También comentó que la base de un poste en la esquina de la Décima y la I está en mal estado, y alcantarillas no tienen rejillas o sus tapas se encuentran deterioradas. (I)