A los 15 años fue la primera vez que compró un ‘guachito’. Le costó tres sucres, recuerda Sergio, de 75. "De lo que mi papá me daba como mesada, yo reunía para comprar. Cuando podía juntar más me compraba un entero", cuenta este guayaquileño que lleva seis décadas adquiriendo los diferentes productos de la Lotería Nacional.

Hace unos diez años ganó por primera vez $ 5.000 y la semana pasada se convirtió en el ganador del ‘gran extraordinario de Lotería Navidad’, de $ 2’000.000. No lo podía creer, aún dice sentirse incrédulo, mientras sostiene en sus manos el gran cheque simbólico con esa cifra millonaria.

El 24 de diciembre, después de haber almorzado, Sergio descansaba en su cama, cuando su esposa recibió la llamada de la canillita de confianza a la que días antes había comprado el entero. Ella les avisó, asegura, que había sido el ganador del premio mayor.

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No lo creímos. Llamamos a un hijo para que busque en internet, y mientras él buscaba, yo encendí la radio, buscando la emisora que transmite siempre el sorteo", narra Sergio, quien luego de confirmar el número ganador (08929) se tomó otra dosis del fármaco que toma a diario para la hipertensión que padece.

"No quería que me diera nada por la impresión", dice este adulto mayor y asegura estar agradecido con Dios y con la Lotería por haber sido el ganador del premio mayor.

Le tomó horas procesar la noticia, que lo embargó de felicidad. Ya en Nochebuena, cuando se reunieron en su casa con su familia, dieron las gracias a Dios por la salud de todos sus parientes y, especialmente, por el premio que obtuvo Sergio y que mejorará su vida.

Sergio ha sido un fiel comprador de la Lotería. En la última década, como tradición, ha comprado un entero en Navidad y otro en fin de año. Además, comenta que casi a diario compra sus ‘guachitos’ y aproximadamente una vez a la semana adquiere un entero, estima este hombre robusto, emocionado.

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"Siempre he comprado, yo nunca he desmayado. Siempre creí que podía ganar y gané una vez, ahora vuelvo a ganar. Estoy muy contento, agradecido”, expresa este guayaquileño que trabajó como comerciante durante la mayor parte de su vida. Ya no labora hace unos quince años, tiempo en el que sus hijos han velado por él y su esposa.

"Mis hijos siempre han estado ahí, pendientes de nosotros. Nos alimentan y nos dan todo lo que necesitamos”, sostiene Sergio, quien durante esta pandemia ha permanecido encerrado en casa para no enfermarse. “No salgo, mis hijos me cuidan, no dejan que me falte nada”, añade este adulto mayor que perdió a uno de sus hermanos por COVID-19, en los primeros meses.

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Ante esta pérdida, los cuidados con Sergio y su esposa son estrictos. Salen poco, solo lo necesario, con las medidas de bioseguridad. En este caso, se acercaron a las oficinas de la Lotería Nacional para reclamar el gran premio.

Sergio aún no tiene claro qué hará con su dinero, pero asegura que planea reunirse con sus hijos y entre todos dar ideas para poner un negocio en el que todos puedan trabajar. También, afirma, ayudará económicamente a sus hijos, como ellos lo han mantenido durante los últimos años.

Uno de los hijos que lo acompañó en días pasados a retirar el premio comenta que luego de la alegría de la noticia sintió preocupación de que conocidos sepan del premio de su padre y busquen aprovecharse de él. “Hay personas malas, siempre hay quienes quieren sacar provecho”, refiere el vástago de Sergio.

Por lo pronto, asegura Sergio, vivirán como siempre lo han hecho, sin ningún lujo. Además, afirma, seguirá comprando los productos de la Lotería, siguiendo el ejemplo que asegura recibió de su padre.

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La Junta de Beneficencia creó el ramo de la Lotería en 1894. Ese año, el 21 de octubre, hicieron el primer sorteo, contó con 12.000 números a 0,20 sucres. El premio mayor fue de 500 sucres. (I)