Una de las edificaciones emblemáticas guayaquileñas es la Torre Morisca, que acoge al Reloj Público, ubicado en el malecón Simón Bolívar, a la altura de la calle Diez de Agosto.

Antes de la pandemia de COVID-19 que azotó la urbe porteña, turistas locales y extranjeros apreciaban la majestuosidad de su arquitectura.

Aunque la construcción de la Torre Morisca se originó en el siglo pasado, la historia del reloj data de siglos atrás.

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En el libro Crónicas del Guayaquil antiguo, de autoría del extinto cronista Modesto Chávez Franco, se explica que los dominicos implementaron el primer reloj de sol, que tenían en el claustro del convento y era público en cierta forma, pues durante el día repetían las horas durante la mañana.

En la época colonial los corregidores traían a la ciudad clepsidras o relojes de agua, así también ampolletas o relojes de arena para el horario de sus faenas, recoge la publicación de Modesto Chávez Franco.

Por el sonido de las campanas de la iglesia, en Ciudad Vieja los pobladores sabían que las primeras tonadas significaban las cuatro de la mañana, hora de la misa del alba, y la última a las diez de la noche, denominada hora de la queda.

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A finales del siglo XVII, los jesuitas tuvieron en su convento una torrecilla con un pequeño reloj mecánico, que en esa época era una novedad.

Estaba en la Casa de las Temporalidades, como era denominada la propiedad de los jesuitas, en las actuales Clemente Ballén y Chimborazo, sitio en el que permanecieron hasta 1972, por su salida del país.

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En 1783, según la reseña de Chávez, el cabildo encargó la construcción de una torre para este reloj al maestro Salvador Sánchez Pareja, junto a su sede, por 600 pesos. Fue denominada Torre de la Campana.

Las Casas de las Temporalidades fue comprada por Santiago Espantoso, en 1800.

En 1838, Manuel Antonio de Luzárraga, uno de los participantes en la independencia de Guayaquil, prestó dinero para traer un nuevo reloj desde Inglaterra por gestiones del entonces corregidor Juan de Avilés, debido a que la antigua máquina estaba descompuesta.

El artefacto fue encargado a la casa Santiago Moore French, en Londres. En 1842 llegó a la ciudad el reloj, que fue implementado en la parte alta de la Casa Consistorial, remplazando a la antigua máquina de los jesuitas.

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El gobernador de Guayaquil, Vicente Rocafuerte, inauguró el nuevo reloj.

En 1905, el objeto fue trasladado hacia la torre del mercado de la Orilla (actual Malecón), pues la Casa Consistorial tenía un estado vetusto. La sede del cabildo sería incinerada tres años después.

En 1920, el cabildo resolvió eliminar esta edificación y mover el reloj a otra ubicación.

Un año después se dispuso la construcción de una torre de hierro revestido de cemento, en el Malecón, a la altura de la actual calle Diez de Agosto.

La torre se inauguró en 1923, pero fue demolida por varias fallas estructurales. El reloj pasó a las bodegas municipales.

Los trabajos de la Torre Morisca se iniciaron el 1 de agosto de 1930 y fue inaugurada el 24 de mayo de 1931. La obra estuvo a cargo del ingeniero Francisco Ramón y del arquitecto Joaquín Pérez Nin y Landín. En 1937, el arquitecto español Juan Orús Madinyá modificó su ornamentación.

Durante años los porteños y foráneos subieron por las escaleras internas de la torre para divisar zonas de la ciudad. En el año 2013, el reloj volvió a sonar en la urbe porteña.

Desde el 2017, coloridas luces led iluminan la fachada de la Torre Morisca, en honor a fechas especiales. El reloj público se mantiene como símbolo de Guayaquil. (I)