"Guayaquil se ha recuperado de los azotes que ha sufrido, y lo ha hecho de una manera gloriosa. Yo veo un común denominador en todos estos hechos y es la forma en la que se recupera este pueblo que nos hace distintos. No quiero decir que somos mejores que otras ciudades, pero la forma de recuperarnos es algo distinto".

Con esta frase, Melvin Hoyos, director municipal de Cultura y Promoción Cívica, intentó sintetizar la pujanza de los guayaquileños, quienes históricamente han sufrido los embates de tragedias como incendios, epidemias o ataques pirata.

Hoyos, arquitecto de profesión, lleva casi 30 años en el área cultural del cabildo. Además está al frente del Museo y de la Biblioteca Municipal, donde reposan textos y objetos históricos sobre Guayaquil.

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Explicó que para analizar el progreso de la urbe porteña desde su independencia, el 9 de Octubre de 1820, se deben dividir varias etapas. Luego de la gesta libertadora hasta finalizar el siglo XIX, la ciudad registró un progreso explosivo, dijo Hoyos. Aunque con altibajos, en esa época se dio el boom del cacao, lo que generó que los guayaquileños se enriquecieran de gran manera.

"Aquí va a nacer la banca, por primera vez en todo el Ecuador. El banco Manuel Antonio Luzárraga, el Banco del Ecuador, que nace en 1878 y que va a prestar a uno y otro Gobierno recursos para hacer obras públicas en la nación entera", refirió Hoyos.

Luego, en 1896 se registró el gran incendio que consumió un tercio de la ciudad. En 1902 hubo otro incendio de grandes magnitudes. Guayaquil, de haber llegado a niveles altos de desarrollo, se paralizó y retrocedió. Hoyos indicó que desde el año 1887 los porteños se preparaban para celebrar el centenario de la independencia de Guayaquil, mejorando las características de las calles, con parques y con la Columna de los Próceres.

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"Sin embargo, era tal el entusiasmo del guayaquileño de ese entonces, de que ellos pudieron sacar a flote a Guayaquil mucho más bonita de lo que era, mucho más pujante de lo que era, y festejar en una ciudad nueva, renovada, con una hermosa belleza y con miras a ser más grande todavía, porque ya estaban llegando los arquitectos italianos que le dieron la nueva cara a Guayaquil, eliminando la utilización de la madera y comenzando a utilizar el hormigón armado", explicó Hoyos.

Guayaquil, a inicios y hasta antes de la mitad del siglo XX, era una de las ciudades más pujantes de América Latina.

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"Tenemos una ciudad que tiene en el siglo XX dos altibajos de importancia, el primero que es con la Revolución Juliana y el segundo que es la masa gigantesca de gente que le entra cuando se acaban los cultivos de cacao, ahí Guayaquil experimenta la primera migración gigantesca de campo a ciudad, y le nace un problema enorme", manifestó el historiador.

Sostuvo que, entre los años 70 y 90, el guayaquileño comenzó a perder el vínculo afectivo con su ciudad, por la poca respuesta de sus autoridades.

"La ciudad comienza a convertirse en un basurero, donde los servicios básicos no valían, donde las cosas no funcionaban, donde el transporte era pésimo, donde las calles estaban llenas de baches, fue una época realmente de crisis", refirió el director municipal de Cultura.

Luego, en el año 1992, la ciudad toma un giro y vuelve a adquirir el lustre y el espíritu que había perdido.

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Durante su gestión al frente de la dependencia municipal, Hoyos sostuvo que uno de sus objetivos ha sido rescatar la identidad histórica de Guayaquil, para que no queden en el olvido gestas como la del 9 de Octubre de 1820.

Destacó la creación del Museo Itinerante, en el 2000, que se mantiene en la actualidad, aunque suspendido los últimos meses por la pandemia de COVID-19.

"Hice 17 cajas de acrílico y en ellas puse las reproducciones de las 17 piezas más importantes que tiene el museo, las organicé cronológicamente. Con un guía las envié para que las pusieran en un lugar específico, a escuelas, colegios, universidades, centros comerciales, fábricas, terminal terrestre, lugares que tuvieran gran concentración poblacional, para que la gente conozca la historia", explicó Hoyos. (I)