En el centro de Planificación Familiar de Dublín ya no son necesarias las pesadas puertas instaladas hace tiempo para protegerse de los antiabortistas. Las manifestaciones cesaron en una Irlanda donde la antaño muy poderosa Iglesia católica está perdiendo su influencia.

Según datos oficiales, en 1961 el país tenía casi el 95 % de católicos frente al 78,3 % en 2016. Ese año, las personas sin religión eran casi el 10 % de la población, frente a menos del 6 % cinco años antes.

Tras dos referendos, en el 2015 se permitió el matrimonio entre personas del mismo sexo y en el 2018 se liberalizó el aborto. La llegada al poder en el 2017 de un primer ministro joven, homosexual y mestizo, Leo Varadkar, fue un nuevo símbolo de la liberalización de un país conocido por su conservadurismo católico.

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La asistencia a misa los domingos ha “disminuido masivamente”, afirma el padre Richard Gibbons, rector del Santuario de Knock, un lugar de peregrinación en el oeste del país. “La gente viene para ocasiones especiales” como bautizos, bodas, funerales. (I)