Los métodos de estudio del multifacético artista Hernán Zúñiga nunca fueron los tradicionales. Asistiendo a salas de cines antiguos aprendió de cinematografía con filmes de directores franceses y mexicanos.

Recorriendo librerías se empapaba de textos de poetas como César Vallejo, su favorito; Pablo Neruda, Mario Benedetti, Walt Whitman o Kafka; y observando las pinturas de grandes exponentes como Goya se fue preparando de manera autodidacta en el arte.

“Ser autodidacta no es así nomás, es la imposición de una autodisciplina y de una ambición desmedida por saber, eso es justo lo que lleva a una persona a aprender sola, sin guía aparente más que su propio maestro interno ”, dice.

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La habilidad para crear la llevaba en la sangre, su papá era zapatero y su mamá, modista. “Me crie en los talleres de mis padres, viendo cómo inventaban con las manos, entonces en un proceso de contaminación afectiva empecé a dibujar desde los cinco años”.

Este apasionado del arte, de cabello blanco alborotado, de 72 años, es el director del Taller de Gráfica Eloy Alfaro, de la Escuela de Artes Visuales, en la UArtes, donde da clases de grabado, pintura y cine.

Zúñiga asegura que convertirse en artista fue una lucha constante desde el principio, ya que sus padres lo inscribieron en el colegio Mercantil para que se formara como contador público. “Yo lo hice por complacerlos, pero no dejé de lado mi pasión, a los 16 años comencé a trabajar como diseñador textil, estudiando por la noche”, recuerda.

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A los 20 años decidió dedicarse al grabado y estampado. Siguió con su preparación autodidacta, pero esta vez con lo que aprendía de exposiciones a las que iba en Colombia y Cuba.

En 1972 comenzó en la docencia dando un taller de arte en la Casa de la Cultura, como resultado de cursos que realizó en el lugar. Años después llegó a ser el director del Taller de gráfica Galo Galecio y de la Pinacoteca Moderna de la Casa de la Cultura; estuvo ahí por 26 años.

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Asegura que disfruta mucho compartiendo con sus estudiantes. “Yo he aprendido tanto que estoy inflado, para poder irme quiero estar liviano, entonces tengo que descargar y repartir la luz de mis conocimientos”, dice, quien además es uno de los creadores del Instituto Superior Tecnológico de las Artes de la UArtes.

Es autor de miles de obras. Entre sus favoritas están las del Guayaco Barroco, teoría que desarrolló hace varios años que refleja al guayaquileño, y en la que está basado su libro Crónicas de los Esteros, con el que ganó el Premio Nacional de la Poesía en 1980. (F)