Una pareja de turistas estadounidenses se deleita fotografiando el estanque con peces y tortugas del parque Seminario, ubicado entre las calles 10 de Agosto, Clemente Ballén, Chimborazo y Chile, en el casco céntrico de Guayaquil.

Como posando para las cámaras, seis iguanas y siete palomas de castilla permanecen estáticas alrededor del depósito de agua, junto al cual hay una gruta empedrada cobijada de grandes y frondosos árboles.

El parque considerado el más antiguo del Puerto Principal tiene como atractivos la fauna y su valor histórico. Eso lo ha consolidado como un ícono turístico, una parada obligatoria para extranjeros y locales.

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Con ello coincide Xavier Estrella, promotor de la agencia de turismo Gate One, quien a las 09:00 del martes 19 guía a 26 extranjeros recién llegados.

“Podríamos decir que de pronto habría un parque más antiguo si es que allá por Las Peñas hubiese un parque, pero ese que está afuera del Museo del Bombero no era parque. Entonces, el parque más antiguo es el Seminario”, manifiesta Melvin Hoyos, director municipal de Cultura, quien junto con Efrén Avilés (fallecido), escribió el libro Monumentos, plazas y parques de Guayaquil.

Originalmente este sitio emblemático fue la Plaza de Armas de la ciudad colonial o Plaza Mayor. Su historia se remonta al momento en que la urbe se asentó en las faldas de los cerros Santa Ana y del Carmen y surgió la primera iglesia parroquial, por el año 1548.

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La amenaza de incendios y piratas llevó a los guayaquileños de la época a solicitar al presidente de la Audiencia, Lope Antonio de Munive, la autorización para trasladarse hacia el sur, al sector conocido como Sabaneta, para levantar allí una ciudad mejor trazada, reseña el texto de Hoyos, disponible en la Biblioteca Municipal.

Así surge el levantamiento de la nueva ciudad, con la demarcación de la Plaza de Armas y la construcción de la iglesia matriz, que estuvo lista en 1695 en el lugar que hoy ocupa la Catedral de la urbe porteña, que vive la antesala del bicentenario de la independencia a cumplirse el 9 de octubre del 2020.

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No todos conocen en detalle la historia del parque y aquello debería ser más explotado refiere Mercy López, quien lo frecuenta cada que debe hacer un trámite en el centro o los fines de semana con su familia.

“Uno viene y puede descansar del sol, con los árboles. Los niños se divierten dándole de comer a las iguanas, a los peces”, menciona la mujer que suele comprar fundas de lechuga que informales ofrecen en el interior del Seminario.

¿Cuándo y cómo llega la fauna al sitio? Aunque eso no está documentado, refiere Melvin Hoyos, se asume que entre 1895 y 1905 cuando los árboles sembrados allí crecieron y se instaló el cerramiento perimetral y glorieta donados por el filántropo Miguel Suárez Seminario se introdujeron animales endémicos: un perezoso, ardillas, peces y tortugas.

Sobre las iguanas, el historiador se hace eco de un relato histórico según el cual un grupo de jóvenes mormones que habían rescatado de otro lugar tres iguanas en malas condiciones pretendían llevarlas a su país.

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Pero como tuvieron restricciones para eso y vivían hospedados a dos cuadras del parque ellos dejaron los reptiles allí. Esto se habría dado por 1970.

A la fauna, el parque suma otros atractivos; uno de ellos, la estatua ecuestre de Simón Bolívar inaugurada el 24 de julio de 1889 al evocarse los 106 años del natalicio del Libertador.

También reposa en el parque un monumento de dos jabalíes luchando, donado por la colonia chilena en Guayaquil. 

Denominaciones

Por 1868 se construyó en el interior del sitio una estrella de ocho puntas. De ahí surgió el nombre Plaza de la Estrella. En 1889 adoptó el nombre de Plaza Bolívar por el monumento inaugurado.

Nombre definitivo

En 1895 adoptó el nombre de parque Seminario por la donación de rejas y glorieta que hizo el filántropo Miguel Suárez Seminario. (I)