En la esquina de General Tomás Wright y Argüelles, en el Barrio Centenario, sur de Guayaquil, funciona una agencia del Banco Guayaquil. Pero en un retroceso imaginativo en el tiempo, volviendo a los ochenta, Leopoldo Cordero y Doménica Minda, residentes de la zona desde más de 40 años, ven allí el centro comercial El Inca, la primera infraestructura de ese tipo, según ellos, erigida en el Puerto Principal.

Ambos destacan que el cine Inca funcionaba atrás de la financiera, en ese edificio amarillo que hoy acoge a una comunidad evangélica, además de que en las cercanías estaba el supermercado Más por menos y otro llamado El Rosado.

Ideado para acoger a las familias más pudientes de Guayaquil, el Barrio Centenario surgió en 1920 en pleno boom cacaotero y por supuesto fue bautizado así en conmemoración a los 100 años de la gesta del 9 de Octubre de 1820.

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Las casas, o más bien mansiones, perennizan el talento de arquitectos italianos. Destacan los tejados, finos enrejados y acabados interiores de mármol. Ángela Molina, residente desde hace más de una década, comenta que cambió el piso de madera de la planta baja, que estaba malogrado por el tiempo y el bodegaje de vehículos.

“El dueño tenía una aseguradora de carros y aquí tenía una especie de bodega”, comenta Ángela, quien con su esposo, un marino mercante, adquirió esa vivienda de tres plantas, de cinco dormitorios (cada uno con baño), piscina y garaje para cinco carros, en $90 000.

Es así que su residencia, por la amplitud y confort, es la casa de reunión de la familia para Navidad y otras ocasiones importantes, expone orgullosa.

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El Barrio Centenario consta de al menos 26 manzanas en el cuadrante de Rosa Borja de Ycaza, José Vicente Trujillo, 6 de Marzo y El Oro. Así lo sostiene el cronista Aurelio Paredes, morador también del sector y quien asegura que de 308 viviendas, 51 de estas datan de 1920 y que por ello son consideradas patrimonio histórico.

“Eran los años de las familias Guerrero, Plaza, Icaza, Estrada, De Prati, López, Noboa, Baquerizo, Arosemena, Robles, entre otras”, enumera en el portal Delado, respecto a los primeros apellidos que poblaron la zona, entonces el último rincón urbanizado de Guayaquil.

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En Rosa Borja de Ycaza y El Oro queda el colegio Cristóbal Colón; en Nicolás A. González y Dolores Sucre, el Liceo Panamericano. Ambos figuran como centros educativos tradicionales del sector y a ellos se suman empresas de seguridad privada, academia de danza, un Mi Comisariato, la agencia bancaria, dispensarios médicos, algunos restaurantes y bodegas, que dan cuenta de una actividad comercial creciente que desplaza al propósito residencial.

Con pocos adultos mayores asomándose por las ventanas, escaso desplazamiento de peatones por las calles regeneradas y propietarios que adquirieron mansiones hace diez años en promedio, el Barrio Centenario adolece también por la inseguridad que ha llevado a incorporar enrejados y cámaras de vigilancia y a pagarle un mensual a algún guardia comunitario.

“No hay día que no roban, los chamberos trepan paredes, esa no más tiene 3 metros y pasaron al otro lado, utilizaron un cabo”, narra el guardia de una casa en General Writhg y Dolores Sucre, que demanda de más patrullaje a la Policía.

Otra residente, cuyos papás pagaron $80 000 por una casa en la época en la que “estaban baratas porque aún no se habían regenerado las calles”, asegura que dos veces a fines de octubre invadieron su propiedad, que sujetos se valieron de un árbol de mango. “Ya vi a los de Áreas Verdes (del Municipio), voy a pedir que lo poden”, expresa la mañana del lunes 4, reflejando orgullo de vivir en una mansión.

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Más datos

El cronista Aurelio Paredes creció en el barrio Centenario y comenta que muy pocos amigos y compañeros de aula se quedaron en el sector, puesto que muchos de los que pertenecían a “familias de plata” optaron por mudarse a nuevos asentamientos diseñados para grupos acaudalados. “Quedaron los viejitos, luego se llevaron a los viejitos y vendieron las casas, incluso a precio de huevo”, expone y señala que ello dio paso a que los nuevos dueños constituyan familias de clase media y que hoy ostenten la propiedad de amplias mansiones de cinco habitaciones, parqueos e incluso piscina. (I)

Del Barrio Centenario se fueron los hijos (a nuevas urbanizaciones) y quedaron los viejitos, luego se llevaron a los viejitos y vendieron las casas, incluso a precio de huevo” Aurelio Paredes, cronista y residente del Barrio Centenario

Donde está el Banco Guayaquil quedaba el centro comercial El Inca, que fue el primer centro comercial de Guayaquil. También estaba el supermercado Más por menos y El Rosado” Leopoldo Cordero, residente del Barrio Centenario