Un nuevo capítulo del enigmático caso de Emanuela Orlandi, la hija de un funcionario del Vaticano que desapareció misteriosamente en 1983, se abrió ayer con la inspección de dos osarios (lugar destinado en las iglesias o los cementerios para reunir los huesos que se sacan de las sepulturas), descubiertos en un sótano del Cementerio Teutónico de la Santa Sede.