Era un niño cuando estalló la II Guerra Mundial, la misma que no sintió mucho porque residía en el sur de Alemania, donde no era tan evidente el conflicto. Después de la guerra y ya de grande, Franz Moser quiso ser cocinero sin siquiera imaginar que este oficio lo llevaría a vivir en muchos países, entre ellos Ecuador, al que llegó a amar y donde desea quedarse para siempre.