El balón de fútbol estuvo a punto de cambiar su destino. Emilio Silva tuvo que decidir a los 14 años entre seguir estudiando música o dedicarse al rey de los deportes de manera profesional.

El cantante y violinista de 27 años se quedó con la música, ha hecho de este arte su vida, y ya prepara su primera producción musical, que grabará el próximo año, en la que irán temas inéditos y covers alineados a sus tres gustos: lo clásico, lo contemporáneo y lo popular.

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Emilio, que es conocido con el seudónimo El chico del sombrero negro, dio sus primeros pasos en la formación musical estudiando flauta dulce con su padre, Fernando Silva, músico de 70 años de edad.

Luego su capacitación siguió con estudios de violín en el conservatorio Antonio Neumane, después continuó con el mismo instrumento en el conservatorio Rimsky-Korsakov y en la Casona Universitaria.

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Fue becado en la Universidad de Especialidades Espíritu Santo (UEES) para estudiar Licenciatura en Música con especialización en Violín y mención en Dirección Coral, ya terminó sus estudios y en febrero será la graduación.

“Me gusta la música porque me da vida, no puedo evitarla”, manifiesta.

Emilio empezó en su experiencia coral desde temprana edad, integró el coro de niños del Rimsky Korsakov, el coro de niños de la Universidad de Guayaquil, luego formó parte del coro de adultos.

Asimismo, fue parte de los ensambles vocal Sixpack y de Talbot Korall ero .

En la actualidad da clases particulares de violín, canto, piano y guitarra, los dos últimos instrumentos también aprendió a tocar con la ayuda de su padre, y trabaja en proyectos con el ensamble Talbot Korall ero en diferentes partes de la ciudad. Su reciente presentación fue en los Premios Verdes, como corista de Pamela Cortés.

Gusta mucho de los coros, para explicar cómo es ser miembro de un grupo de estos usa palabras relacionadas con el fútbol, un deporte que sigue siendo su preferido y que practica con amigos. “Estar en coro es tener una familia, es como cuando juegas, debes darle un pase a alguien, pero no se lo das al que no te cae bien”, expresa y ríe.

“El coro desestreza, el estrés puede enfermar. Se trabaja mucho en la respiración cuando estás en coro y eso ayuda a relajarse, se puede estar en un coro por hobby o por terapia”, dice.

Destaca que otro beneficio de ser parte de un coro es conocer nuevas culturas. “Pude hacer muchos viajes alrededor del mundo, estuve en México, Perú, Colombia, Polonia, España y Argentina”, comenta.

Dice que uno de sus sueños es formar un ensamble para una canción sinfónica popular. “Todos cantando a una sola voz para el mundo, sin importar raza ni clase social, con un solo mensaje”, comenta. (E)