Orlando Méndez no quiere que su carro se convierta en “un arma mortal”. Con el capó abierto, tolerando el frío de la mañana, espera parqueado frente a la puerta de la iglesia de Bojacá (Colombia) para que bendigan su vehículo.

Como él, hay cientos de personas que cada sábado acuden al santuario de la Virgen de la Salud, en Bojacá, para pedir que a sus autos y a quienes se transportan en ellos, jamás les pase nada. Muchos están decorados con estatuillas religiosas y otros objetos piadosos.

Hay otros conductores que además de solicitar la bendición aprovechan el baño de agua bendita para ‘bautizar’ a sus vehículos con nombres propios. Tal es el caso de Palomo, un Renault Symbol plateado modelo 2018, Leonardo un hoven universitario.

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Según el padre Manuel Cárdenas, director del noviciado de los agustinos, más que bendecir un vehículo se pide intercesión para las personas que se transportan en este. (I)