Las presuntas víctimas de abuso sexual del sacerdote cuencano César Cordero se muestran inconformes con el enfoque de las terapias psicológicas recibidas.

Durante el proceso de investigación, la ayuda psicológica fue un compromiso de la arquidiócesis de Cuenca, entidad que designó a una profesional para escuchar a quienes aseguran que fueron abusados cuando eran niños.

Marcelo Alvarado, uno de los denunciantes, aceptó la ayuda porque necesitaba sanar en algo su trauma mental, pero dice que se encontró con que la profesional designada por la arquidiócesis tenía, según él, un “marcado fanatismo religioso” y hasta se molestó cuando le comentó un mensaje del papa Francisco en el que asegura que “no es necesario creer en Dios para ser una buena persona”.

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Por eso ayer acudió al despacho arzobispal para solicitar que les cambie de psicóloga o de metodología.

María Palacios, hermana de otra presunta víctima, expresó que la profesional les habría inducido a que disculpen a Cordero Moscoso.

En defensa de la psicóloga y del proceso, el vocero de la arquidiócesis, Joffre Astudillo, aseguró que el proceso es imparcial e independiente y que jamás se dirigió el supuesto perdón.

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Las investigaciones eclesiásticas, aparte de la Fiscalía, aún continúan en Roma. (I)