Holanda MArtínez nació en Guayaquil, pero su padre la inscribió en Urbina Jado, Salitre, por eso muchos creen que es salitreña. Desde jovencita se dedicó a la belleza y hace una semana hizo pública la creación del spa Naturaleza y Vida, en el kilómetro 20 de la vía a la costa, que próximamente funcionará y solo se manejará con membresía.

Su esposo, un italiano radicado desde hace varias décadas en Guayaquil, a quien conoció cuando trabajaba en un local del Policentro, donde él también tenía un negocio, se sorprendió cuando ella le dijo que iba a dejar la empacadora, propiedad de ambos, para meterse de lleno a elaborar el proyecto para abrir un spa de lujo para clientes “de clase alta” de la ciudad y sus alrededores.

Verónica, como la llaman sus amigos en alusión a su segundo nombre, recuerda que tiempo después de conocer a su actual esposo, quien le lleva más de 20 años de diferencia, se vincularon al sector camaronero, pero ella siempre se sintió atraída por el mundo de la belleza corporal, así que un día pasaba a su casa en Valle Alto y vio un terreno e instantáneamente decidió que lo quería comprar para ahí empezar con su proyecto.

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“Un día pasaba por aquí con mi esposo y le dije: ¿Te gusta ese terreno? Él contestó que sí y yo le dije: Es mío. Y le dije lo que iba a hacer en él”, cuenta la emprendedora con mucho entusiasmo, el cual derrocha en cada movimiento que realiza en el spa, en cuyas instalaciones tiene hidromasajes, sauna, gimnasio, gabinete de belleza, cabinas para masajes, piscina, cosmetología y servicio de cafetería con alimentos saludables, acorde con el concepto del negocio.

Verónica cuenta que ella se encargó casi de todo, desde cómo quería la distribución de las instalaciones hasta el menú que se va a servir en la cafetería para la que ha contratado un chef.

El local cuenta con una planta baja en la que funcionarán una sala para bailoterapia, la cafetería y las áreas para masajes y relajación, cuyos ambientes están en un lugar cerrado y otros en especies de bungalows con cortinas blancas, madera, plantas, grutas artificiales.

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Verónica cuenta que el costo de la membresía será de $ 7.000, pero solo se lo pagará por una vez en la vida, después se hará un pago mensual de más de $ 100. Aún no se ha empezado a captar los clientes porque todavía le falta obtener algunos permisos para el funcionamiento, pero cree que en unos meses podrá empezar a operar. Cree que su espacio es único en la ciudad y llega para atender a un mercado que desea ir a un spa con todos los servicios y en un ambiente con las comodidades necesarias. (E)