Una hora a pie y otra hora más en vehículo recorrieron agentes policiales para llegar a la comunidad de El Barro, una de las más distantes de la parroquia Puerto Cayo, en el cantón Jipijapa, provincia manabita.

En ese sitio rodeado de montañas y espesa vegetación, la tarde del pasado miércoles se registró la muerte de Antonio Arquímides Demera Rengifo, de 13 años, quien fue hallado tirado en una cama con huellas de haber recibido un disparo con una escopeta.

Saúl Demera, padre del fallecido, contó a los agentes de la Dinased (Dirección Nacional de Delitos contra la Vida, Desapariciones, Extorsión y Secuestros de Personas), que la muerte de Antonio se habría producido accidentalmente.

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Indicó que el hermano mayor del difunto estaría involucrado en el suceso. Narró que ambos hermanos se habrían cruzado la escopeta del uno al otro y en ese instante se salió el disparo que mató a Antonio.

Según el padre de los involucrados, los dos salieron cerca del mediodía del miércoles al cuidado de ganado y, presuntamente, sin su consentimiento habrían llevado la escopeta que le servía al jefe del hogar para realizar labores de cacería.

Luego de esa explicación de Saúl, los agentes de la Dinased se llevaron detenido a Y.D.R., su otro hijo de 16 años, para aislarlo mientras se efectuaba la audiencia de formulación de cargos que se preveía instalar ayer en Jipijapa.

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Mientras, a Antonio se lo sacó de su vivienda envuelto entre sábanas y apoyado en cañas, a Y.D.R., la policía lo llevó esposado y cerca de los restos de su hermano, cuyas prendas que portaba ese día todavía tenían huellas de sangre.

El cuerpo de Antonio fue conducido hasta el centro forense de Manta, en medio de la angustia de sus familiares y amigos por el incidente que ellos consideraron fue accidental y que generó la muerte del adolescente de 13 años y la inculpación de su hermano mayor. (I)