En una caseta ubicada en la esquina de Chile y Clemente Ballén, dos guardias de seguridad escribían lo sucedido en su bitácora. Antes de las 11:00 del lunes 5, un sujeto había intentado huir por la única puerta abierta del parque Seminario luego de supuestamente tratar de robar a un turista que fotografiaba a las iguanas en este icónico parque. Lo atraparon.

Allí, en este espacio céntrico, ubicado en el cuadrante de las calles 10 de Agosto, Chimborazo, Clemente Ballén y Chile, únicamente la puerta de la primera vía permanece abierta. Las otras tres restantes, cerradas con candados para evitar robos y proliferación del comercio informal.

“Cuando estaban las cuatro puertas abiertas, si ingresaba el ladrón por Chimborazo, nosotros, al estar en las dos puertas (de 10 de Agosto y C. Ballén), se salía fácilmente por la cuarta (puerta) de Chile”, recuerda uno de los dos guardias.

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Este parque, como la plaza Centenario permanece con solo una puerta abierta como parte de las medidas de seguridad montadas por el Cabildo. Este encierro al que se someten las áreas de ocio ha sido objeto de reclamo por grupos y usuarios piden su reapertura.

“Que abran el parque, es un sitio de esparcimiento, esto es mezquindad para el pueblo, deben ser abiertos como la Carolina (Quito)”, señala Jorge Oleas. En la plaza del Centenario, en 9 de Octubre, el vaivén de peatones que circulan de un costado al otro de la avenida es escaso, nulo. Pese a la presencia de la Policía Metropolitana, el ambiente está invadido por consumidores de droga y con actos de connotación sexual con travestis y jóvenes adictos. Eso se lo palpa a pleno día.

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“Esto es como un infierno”, dice Inocencio Romero, fotógrafo que lleva laborando ahí 35 años y que ahora tiene días que no realiza ni una sola foto por la falta de peatones.

Otros como Julio Arévalo y Felipe Sánchez también creen que se debe poner guardia privada. “Fuman, roban y la autoridad qué hace; los policías vienen pero ya desaparecen cuando llegan”, dice Arévalo.

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En el malecón 2000, en cambio, por temas de seguridad se ha subido las rejas desde la calle Junín hasta Loja. Se cierra puertas y coloca vallas ante el auge de informales y para cuidar la seguridad de las visitas.

En otras áreas recreativas el panorama es similar. El parque España, en Portete y Chile, pasa “desolado”; casos de robos han promovido ese ambiente, según vecinos. “Grupos de barras vienen a hacer relajo, a consumir droga”, agrega Robinson Pazmiño, quien vive en la acera de enfrente.

En los parques San Agustín y Victoria, hay un guardia privado que, asimismo, tienen una puerta abierta y el resto cerradas o media abiertas por tema de robo y presencia de mujeres que ofrecen servicios sexuales.

“Uno puede estar tranquilo leyendo el periódico, pero uno tiene que estar activado por si acaso se le acerque alguien”, comenta    Camilo Minuche.

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El personal privado de seguridad y apoyo policial, en cambio, en el Parque Chile, en Capitán Najera y Noguchi, hace tres años logró repeler a los ladrones e indigentes que incluso lavaban y tendían su ropa en el interior del área. Pese a ello, en los alrededores del parque hay mujeres que ofrecen servicios sexuales en el día. (I)

Apuntes
La Defensoría del Pueblo convocó para el próximo 20 de febrero (09:30) a una audiencia al alcalde de Guayaquil Jaime Nebot y al procurador síndico del Municipio Miguel Hernández a una audiencia para tratar el reclamo del colectivo Espacios Públicos Libres sobre el cierre temporal de la plaza del Centenario, ubicada en el centro. El parque tiene una puerta abierta de cuatro. (I)

980
Mil dólares son destinados a la seguridad en 2.800 parques de toda la ciudad, según el Municipio de Guayaquil.