Algo te incomoda y de pronto explotas, los latidos de tu corazón se sienten como un caballo galopando. Te acabas de enojar y todo tu cuerpo se resiente: tu rostro y tus orejas lucen enrojecidos y hasta sientes que tu temperatura corporal subió de golpe. Enojarse va más allá de sentir rabia.
El médico funcional Gustavo Marzetti @doctormarzetti, especializado en las áreas de clínica médica, homeopatía, acupuntura, nutrición, tratamiento del dolor y lesiones deportivas, nos habla de las implicaciones del enojo en nuestro cuerpo.
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“Al enojarnos se producen importantes cambios bioquímicos, especialmente en el sistema nervioso central”, indica de entrada.
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Estos cambios corporales producidos por el enojo se reflejan en un aumento en “los niveles de adrenalina y noradrenalina que son dos potentes neurotransmisores del sistema nervioso simpático y el aumento del cortisol que es la hormona del estrés”, señala.
El enojo causa alteraciones múltiples
Ello a su vez, “produce un montón de alteraciones a todo nivel y afectando a todos los órganos y sistemas”, apunta el especialista.
El enojo tiene implicaciones en el “sistema nervioso, cardiovascular, digestivo, endocrino, al sueño, síndrome de fatiga crónica, dolores musculares, además de efectos cerebrovasculares”.
Marzetti sostiene que un “enojo de unos minutos de duración produce cambios que pueden durar más de seis horas, y producir enfermedades agudas graves”.
Frente a tales consecuencias, “es fundamental tratar de controlar la impulsividad y reflexionar antes de contestar”.
El enojo sostenido “puede desencadenar enfermedades degenerativas de todo tipo y gravedad, por esto el gran remedio es soltar y la palabra clave es perdonar. El perdón no es para el otro es para nosotros mismos , porque nos alivia y nos quita la carga del enojo, resentimiento y venganza”, subraya.
“Nada enferma mas que estas emociones sostenidas en el tiempo”, remarca, al recomendar apelar a técnicas como la respiración consciente, meditación, mindfulness, relajación, yoga y ejercicio para sacudirnos el enojo y sanarnos de ese sentimiento tan lesivo. (I)