Es probable que la humanidad esté más cerca de poder respirar por el ano, así lo determinó un nuevo ensayo clínico realizado en seres humanos, que confirmó que es seguro administrar oxígeno por vía rectal.

Aunque parece un chiste, la investigación en la que se inspiró este ensayo obtuvo un premio Nobel de fisiología en 2024, y esto se debe a que, si se demuestra su eficacia, puede ser un método de respaldo para dar oxígeno a pacientes con vías respiratorias obstruidas.

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Entre los precedentes de esta investigación está que animales como cerdos, roedores, tortugas e incluso, algunos peces, pueden absorber oxígeno a raudales si es necesario.

Resumen gráfico del estudio, que muestra las diferentes dosis que recibieron los participantes y los resultados de seguridad medidos. (Fujii et al., Med , 2025) Foto: MED

¿Cómo se podría lograr en el caso de los seres humanos?

Este proceso se conoce como “ventilación enteral”, los científicos consideran que, en el caso de los humanos, habría que administrar un líquido de perfluorocarbono que cuente con una concentración muy alta de oxígeno directamente en el recto.

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De acuerdo a Science Alert, lo que se pretende con este procedimiento es que el oxígeno atraviese las paredes intestinales y alcance el torrente sanguíneo, de modo que se evite cualquier problema generado por la incapacidad del paciente de respirar tradicionalmente.

Con este primer ensayo clínico se buscaba comprobar la seguridad del método en 27 voluntarios varones saludables en Japón, quienes tuvieron que mantener entre 25 y 1.500 mililitros de una versión no oxigenada del líquido en el recto por 60 minutos.

En conclusión, no fueron reportados efectos adversos graves, aunque los participantes que tomaron los volúmenes más elevados sintieron un poco de hinchazón abdominal, molestias y dolor, pero los otros signos vitales no presentaron cambios. Solo siete de ellos no pudieron contener la respiración por una hora completa.

“Estos son los primeros datos humanos y los resultados se limitan únicamente a demostrar la seguridad del procedimiento y no su eficacia”, explicó el científico biomédico de la Universidad de Osaka, Takanori Takebe.

(I)

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