Aunque se tiene la idea de que las diminutas partículas de plástico se encuentran solamente en el océano, los alimentos y el agua embotellada, la verdad es que<a href="https://www.eluniverso.com/temas/salud/" target="_blank" rel="" title="https://www.eluniverso.com/temas/salud/"><b> estos microplásticos también pueden estar depositados en el polvo doméstico común</b></a>, por lo que pueden penetrar el cuerpo y estresar la mitocrondrias, que mantienen funcionando a las células.De acuerdo al portal <a href="https://www.earth.com/news/household-dust-contains-microplastics-that-accelerate-aging-at-the-cellular-level-mitochondria/" target="_blank" rel="" title="https://www.earth.com/news/household-dust-contains-microplastics-that-accelerate-aging-at-the-cellular-level-mitochondria/">Earth</a>, <b>recientemente se hizo una evaluación científica en la que estas exposiciones se relacionaron con el desgaste de las mitocondrias</b>, las estructuras celulares que gestionan la energía y permiten controlar las respuestas al estrés durante la vida.El estudio, que fue publicado en<i> </i><a href="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S027869152500122X" target="_blank" rel="" title="https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S027869152500122X">Food and Chemical Toxicology</a>,<b> compiló información sobre la manera en que los microplásticos y nanoplásticos se desplazan del aire, los alimentos y el polvo al cuerpo</b>, donde se pueden alojar en los tejidos e interactuar con las células.En el artículo también se describe cómo estas partículas dañan las membranas mitocondriales, interrumpen la producción de energía y amplifican las señales de estrés.Liang Kong, del Instituto de Medicina Traslacional de la Facultad de Medicina de la Universidad de Yangzhou, quien dirigió el equipo que redactó la revisió explicó: “La disfunción mitocondrial es ampliamente reconocida como un sello distintivo del envejecimiento”.<b>La función de las mitocondrias es actuar como centros de control celular para gestionar la energía y el estrés</b>. Si fallan, las células tienen dificultad para realizar funciones esenciales y reparar los daños.Con el tiempo se van acumulando los pequeños impactos, lo que hace que la tensión crónica en las mitocondrias acelere los cambios en los tejidos relacionados con la edad e incrementar el riesgo de enfermedades.<b>Los ambientes interiores acumulan fibras y fragmentos de alfombras, ropa, muebles y embalajes</b>. De hecho, muchos estudios hechos en este aspecto demostraron que el polvo y el aire dentro de los hogares suelen tener más partículas microplásticas que el aire exterior.Una investigación de alta resolución contó cerca de 240.000 partículas de plástico en cada litro de agua embotellada y cerca del 90% de ellas eran de escala nanométrica.<b>Científicos detectaron polímeros plásticos circulando en la sangre humana</b> a través de un estudio de biomonitoreo que midió una concentración media de cerca de 1,6 microgramos por mililitro en 22 donantes sanos.Estudios hechos en animales hallaron que<b> algunos nanoplásticos pueden atravesar la barrera hematoencefálica y activar células inflamatorias en el cerebro</b>.Si las mitocondrias pierden estructura o no mantienen el control de calidad,<b> las células se inclinan hacia la inflamación crónica y la reparación deficiente</b>. Lo que resulta en deterioro muscular, vascular y nervioso relacionado con la edad.<b>(I)</b>