La dieta podría ser la clave para ralentizar el desarrollo de enfermedades crónicas en la tercera edad.
Así lo reveló un estudio recientemente publicado en la revista Nature Aging en la que participaron más de 2400 adultos mayores suecos.
Los investigadores analizaron cuatro patrones alimenticios distintos: tres saludables (la dieta MIND, el Índice de Alimentación Saludable Alternativa, la dieta mediterránea) y una dieta rica en alimentos inflamatorios, como carnes procesadas.
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Los participantes recibieron seguimiento por parte del Centro de Investigación del Envejecimiento del Instituto Karolinska en Suecia durante 15 años. Los resultados revelaron que quienes se apegaron a las dietas saludables presentaron enfermedades crónicas de manera más lenta que los que siguieron la dieta inflamatoria.
“Esto es importante porque padecer varias enfermedades al mismo tiempo es uno de los mayores problemas que enfrentan las personas mayores”, escribieron Adrián Carballo Casla, Amaia Calderón-Larrañaga y David Abbad Gomez, tres de los autores del estudio, para The Conversation.
“Si bien se sabe desde hace tiempo que la dieta puede ayudar a prevenir enfermedades individuales, nuestro estudio demuestra que también puede influir en el ritmo general del envejecimiento biológico”, agregaron en el artículo.
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La dieta inflamatoria, ligada a enfermedades cardiovasculares y psiquiátricas
Las relaciones más concluyentes entre la alimentación inflamatoria y las afecciones crónicas se encontraron con enfermedades cardiovasculares y psiquiátricas. Los científicos no descubrieron vinculación entre la comida y enfermedades musculoesqueléticas.
No obstante, sí notaron que varios de los beneficios de una dieta sana fueron más marcados en las mujeres y aquellos de 78 años en adelante, lo que indicaría que una mejora en la alimentación incluso en este punto de la vida puede tener efectos positivos.
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Los expertos consideran que una de las razones por la que los alimentos juegan un papel tan importante es la inflamación. Según explicaron, muchos comienzan a presentar una “inflamación crónica leve”, ligada a una variedad de enfermedades, con el paso del tiempo.
“Las dietas ricas en verduras, frutas, cereales integrales y grasas saludables tienden a reducir la inflamación. Las dietas ricas en alimentos altamente procesados y azúcar tienen el efecto contrario”, apuntaron.
También creen que las dietas saludables ayudan al cuerpo a mantenerse resiliente al ofrecer nutrientes que fortalecen el sistema inmunitario, el tejido muscular y la función cognitiva; sin embargo, los investigadores reconocen que la dieta no lo es todo.
“La actividad física, las relaciones sociales y el acceso a la atención médica desempeñan un papel importante en el envejecimiento saludable. Pero mejorar la calidad de la dieta es una forma relativamente sencilla y accesible de ayudar a los adultos mayores a vivir vidas más largas y saludables”, concluyeron.
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