Kao, un niño de 10 años que vive en la provincia de Kanchanaburi, en el oeste de Tailandia, terminó con la palabra “pussy” tatuada en la frente después de que otros chicos lo forzaran a dejarse marcar.
El menor también quedó con tatuajes en brazos y piernas. Los agresores usaron algo parecido a una máquina de tatuar hecha en casa, básicamente una aguja de coser pegada a un bolígrafo, refiere la revista People.
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Se ofrecen a quitarle el tatuaje
Cuando Janjira “Frame” Kaewket, una tatuadora local, vio las fotos del niño circulando en internet, decidió actuar. El sábado 4 de octubre lo atendió sin cobrar nada.
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“Me sorprendió que alguien se atreviera a tatuar a un niño tan pequeño. Pero le aseguré que los tatuajes se podían borrar fácilmente”, mencionó.
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La tatuadora le aplicó crema anestésica y usó un láser para quemar las marcas. El procedimiento en sí duró solo 15 minutos, aunque tuvieron que esperar una hora antes de empezar para que la anestesia hiciera efecto.
Kao se quedó acostado con lentes protectores, tranquilo en su mayor parte, apenas haciendo alguna mueca mientras ella trabajaba.
Kaewket explicó que había más de diez marcas repartidas por las piernas del niño, todas hechas con la misma herramienta improvisada. Según contó la artista, el niño le dijo que simplemente hizo lo que los adultos le ordenaron porque era solo un niño.
La tatuadora calculó que se necesitarán tres sesiones para borrar todo por completo, pero al menos ya no tiene esa palabra insultante visible en la cara.
(I)