A Yoderlyn Acosta la vida le cambió para siempre. Migró a Estados Unidos en busca del llamado sueño americano, pero fue deportada junto a otras siete mujeres al Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot) en El Salvador, pero no fueron ingresadas al no disponer este lugar de condiciones para albergar a mujeres.
Su pesadilla recién comenzaba. La migrante venezolana, repatriada a su país el 11 de junio en un vuelo humanitario, cuenta que su esposo se quedó preso en el Cecot, al igual que otros 252 venezolanos que han sido trasladados desde marzo a esta cárcel de máxima seguridad sin que hayan sido sometidos a un juicio.
“Fuimos devueltas a los Estados Unidos porque el presidente del Salvador (Nayib Bukele) no nos quiso recibir”, contó Yoderlyn Acosta a medios afines al gobierno venezolano a su llegada al país en una silla de ruedas.
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Luego de ser retornadas a Estados Unidos cuenta que no las querían recibir en varios centros de arresto. Finalmente las recibieron en Laredo, Texas. Allí pasó más de dos meses luego de ser regresados desde El Salvador a Estados Unidos.
Medio cuerpo dormido
Los problemas de salud de esta joven migrante comenzaron en el avión en El Salvador.
Allí dice que comenzó a sentir la cara dormida, “pero pensé que era del estrés”. Ella presenció como el grupo de venezolanos trasladados al Cecot eran golpeados por agentes mientras los bajaban del avión que los condujo desde Estados Unidos a El Salvador.
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“Me dio la parálisis facial cuando yo vi que los estaban arrastrando, yo empecé a pegar gritos y ahí fue donde el oficial de ICE me pegó a mi y a mi otra compañera”, recuerda.
“Hace un mes me sacaron grave (...) quedé con la mitad de mi cuerpo dormido”, añade.
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“Todos fuimos por un buen futuro, llegué caminando a los Estados Unidos, llegué caminando a la detención y llegué (a Venezuela) con mi pie dormido, y voy con mi pie dormido, ahorita es que vengo recuperando la mitad de mi cuerpo”, describe.
“Si se pueden devolver, devuélvanse”. (I)
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