A su entrevista de trabajo, Rodolfo Depaz llegó caminando. Sorprendió a la gerente que lo esperaba. Se quedó con el puesto. Y caminando se presentó siempre a trabajar, lloviera o nevara. Una compañera de turnos contó que si había temperaturas negativas, este hombre iba a la freidora y se calentaba los dedos.