A los 65 años, cuando la mayoría piensa en la jubilación, Greg Louganis tomó una decisión que pocos atletas se atreverían, vendió tres de sus medallas olímpicas por 437 mil dólares, se deshizo de su casa en California y se mudó a Panamá para descubrir quién es realmente.

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El legendario clavadista estadounidense, considerado posiblemente el mejor de la historia, confesó que “necesitaba el dinero” para poder reinventarse lejos del ruido y las expectativas que lo habían definido durante décadas.

¿Quién es Greg Louganis?

Cuando Louganis se lanzaba desde el trampolín, el mundo contenía la respiración. No era únicamente la técnica impecable o la gracia atlética lo que lo distinguía, sino algo más profundo, la capacidad de convertir cada clavado en una obra de arte.

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Este californiano nacido en 1960 transformó su disciplina y su influencia trascendió las piscinas olímpicas.

Su palmarés habla por sí solo, con cinco medallas olímpicas distribuidas en tres Juegos (Montreal 1976, Los Ángeles 1984 y Seúl 1988), con cuatro oros y una plata, recoge The New York Post.

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Pero el récord que realmente lo define es ser el único hombre en ganar títulos olímpicos consecutivos tanto en trampolín como en plataforma, hazaña que logró en 1984 y repitió en 1988. Estos números, sin embargo, apenas capturan la magia de un deportista que elevó el clavado a niveles artísticos, trabajando bajo la guía de su entrenador Ron O’Brien para perfeccionar cada movimiento hasta alcanzar una precisión casi sobrenatural.

Más allá de las medallas, Louganis rompió barreras importantes fuera del agua. En 1994 se declaró abiertamente gay y un año después reveló ser VIH positivo, confesión que lo convirtió en una figura pionera de visibilidad en el deporte de élite.

Después de retirarse, exploró la actuación, las conferencias motivacionales y los comentarios deportivos, pero su legado permanece intacto en cada clavadista que busca esa combinación perfecta de técnica, valentía y belleza que él hizo parecer tan natural.

Su nueva vida en Panamá representa un viaje hacia el autodescubrimiento sin las distracciones externas que siempre lo rodearon.

“Ahora puedo descubrir quién es Greg Louganis”, explicó el atleta. Este capítulo panameño es quizás su salto más audaz, uno que no se mide en puntos sino en la búsqueda de una autenticidad que las medallas no pueden comprar.

(I)

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