Una escalofriante repetición se desarrolla en las costas del Pacífico oeste en Estados Unidos. Y es que el aumento en el número de ballenas grises varadas enciende las alarmas científicas.
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En lo que va de año, al menos 47 ejemplares llegaron sin vida a las playas de California, Washington y Oregón, cifra que ya supera los 31 casos registrados en todo 2023 pese a que el pico migratorio aún no llega, recoge el sitio web The Cool Down.
¿Qué está pasando con las ballenas?
Los investigadores de Cascadia Research, organización dedicada a la investigación marina, reseñados por el medio ya citado encontraron un patrón devastador, la mayoría de estos gigantes marinos muestra signos severos de desnutrición, con reservas de grasa agotadas, tractos digestivos vacíos y niveles críticos de aceite en su tejido adiposo.
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El hallazgo es inquietante porque reproduce las condiciones que desencadenaron el Evento de Mortalidad Inusual monitoreado por la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica entre 2018 y 2023.
John Calambokidis, biólogo marino de Cascadia, no oculta su preocupación. Las condiciones actuales revelan una continuación del evento de mortalidad anterior, no la recuperación que esperaban.
Las ballenas hambrientas comenzaron a desviarse de sus rutas tradicionales para alimentarse en lugares inesperados como la bahía de San Francisco, un comportamiento que los expertos interpretan como síntoma de un ecosistema marino en desequilibrio.
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La crisis refleja problemas más amplios en el Ártico, donde el calentamiento de las aguas y el derretimiento del hielo marino dificultan que las ballenas encuentren alimento suficiente.
Esta situación no afecta solo a las ballenas grises; especies como los cachalotes y las orcas también muestran comportamientos atípicos y varamientos masivos.
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(I)