En el año 2020, cuando el mundo entero hacía frente a la pandemia del COVID-19 y las personas debían estar confinadas, una mujer y su esposo decidieron vivir a tiempo completo en su autocaravana reconvertida para obtener aire fresco y libertad.
Sin embargo, los cierres se extendieron por todo el país y esa sensación de libertad se terminó: los campamentos cerraron, fueron prohibidas las lavanderías, también los gimnasios y por si eso fuera poco, cuando la gente veía la matrícula de otro estado, los miraban con desprecio.
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Esto hizo que la vida en furgoneta se volviera insostenible y pasaron de aferrarse al lema “el hogar está donde vas a sentir” que el concepto de “hogar” es frágil y esquivo, reseña Business Insider.
Ante esta situación, la mujer aseguró que tuvieron la necesidad de aterrizar rápidamente, pero nunca se imaginaron que la búsqueda los llevaría a un pequeño pueblo de Wyoming, donde estarían “atrapados” por cinco años más.
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Una pequeña casa no fue la mejor decisión
En un comienzo aseguró que pasar de una furgoneta a una pequeña casa en un pequeño pueblo fue una gran sensación,
La pareja nunca había estado en el pequeño pueblo en el que terminaron viviendo, pero cuando encontraron una pequeña casa en venta en un lote alquilado en un parque de casas móviles, vieron la oportunidad de echar raíces.
Afirma que aunque la minicasa no era perfecta, era relativamente asequible: “Aunque seguiríamos alquilando terreno, ser propietarios de la casa al menos significaba generar capital“.
En un comienzo, cambiar de 40 a 400 pies cuadrados les pareció un lujo, pues contaban con una ducha de verdad, una nevera grande y un inodoro que se vaciaba por sí solo. Como sabían cómo vivir con menos, la transición les resultó sencilla.
A medida que pasaba el tiempo, también se terminaba la etapa en la que vivir en un espacio pequeño se sentía novedoso.
En los años que vinieron abrieron varios pequeños negocios y finalmente gestionaron un negocio de artesanía reciclada a tiempo completo desde casa. Esto trajo como consecuencia una afluencia de materias primas, herramientas, materiales de envío e inventario terminado.
Como consecuencia, cada rincón de la casa estaba lleno de cosas, “lo que antes parecía espacioso, ahora parecía claustrofóbico”, por lo que empezaron a sentirse atrapados en un lugar diminuto.
El terreno donde viven es alquilado, por lo que no pueden ampliar la estructura y aunque en un comienzo compraron la casa con a intención de trasladarla a su propio terreno para construir garaje o edificios auxiliares, eso también ha sido complicado, ya que para mover la casa en el remolque, hay que tener un semichasis. Aún coordinando la mudanza, no tienen a dónde ir.
Pese a todo esto, la mujer dice que están intentando sacar lo mejor de la situación, pero agrega que “es muy fácil romantizar la tendencia de vivir en espacios pequeños ... pero a veces parece que nos vendieron un sueño que no tuvo en cuenta cómo cambia la vida”.
Datos de las minicasas
El tamaño promedio de estas viviendas no supera los 37 metros cuadrados. Esto las hace ser hasta 10 veces más pequeñas que una casa promedio, reseña RubyHome.
Este tipo de casas representan actualmente el 0,36% del total de viviendas en venta en Estados Unidos.
(I)
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