Jane Way, de 84 años, quien reside en un suburbio de Phoenix, Arizona y está en una silla de ruedas, asegura que trabaja 30 horas semanales como contadora para un orfanato sudafricano. En parte lo hace por necesidad económica, pero la gran moraleja de su historia es que al conseguir algo que realmente se disfrute, ella afirma que el trabajo dejará de sentirse como tal.
De acuerdo a Business Insider, empezó a trabajar a los 7 años en el restaurante de sus padres. Es licenciada en contabilidad y fue la primera mujer de Cal Poly en ayudar a reclutar estudiantes para firmas de contabilidad pública. Luego trabajó en una de las ocho grandes empresas por dos años y se certificó.
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De tener su propia empresa a volver a ser empleada
Estuvo trabajando en diversos cargos como contadora pública durante 46 años. Su esposo, quien también era contador, falleció en 1987 y desde entonces, ella nunca volvió a casarse.
Ambos tenían una empresa importadora especializada en accesorios gourmet y decorativos, pero luego de enviudar ella aseguró que no estaba lista para asumir las responsabilidades del negocio, por lo que lo dejó y empezó a trabajar como empleada contratada para varias empresas.
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Estuvo trabajando en el sector privado por los últimos 12 años, enfocándose principalmente en las organizaciones sin fines de lucro, y actualmente colabora con una organización sin fines de lucro en Arizona, que tiene un orfanato en Sudáfrica. Allí asegura que trabaja de día y de noche.
Cifras en ascenso
Un análisis de datos de Oficina de Estadísticas Laborales, revisado por CNBC, encontró que el número de estadounidenses empleados de 65 años en adelante incrementó más del 33% entre 2015 y 2024. Un número elevado si se compara con la fuerza laboral para todos los trabajadores de 16 años en adelante, que ha incrementado menos del 9% en el mismo periodo de tiempo.
Dicho crecimiento se ha traducido a que los trabajadores de 65 años o más representaron el 7% de la fuerza laboral total estadounidense en 2024.
(I)