Carrie Friedman cuenta que creció escuchando conversaciones sobre testamentos, herencias y funerales. Esto ocurría porque su padre era abogado de planificación patrimonial y pasó su vida resolviendo conflictos familiares antes de que estallaran. “La familia vale más que cualquier cheque”, nos repetía. “No dejen que el dinero los divida”.

“Si la gente no se ríe durante mi funeral, lo han hecho mal”. Esta frase la repitió tantas veces que se volvió parte del mobiliario familiar, como la vieja lámpara del comedor o las bromas a la hora del café, reseña Carrie Friedman citado por el medio www.aol.com.

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Dice que su padre no hablaba de la muerte con temor. Para él, un funeral debía ser más un homenaje alegre que una escena lúgubre.

Cuando enfermó, dejó todo preparado. No solo documentos legales, sino también una carpeta repleta de instrucciones para su propio adiós: canciones, poemas, incluso chistes.

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Murió en febrero de 2022, después de una larga batalla contra el Parkinson.

“Esperamos hasta mayo, cerca de su cumpleaños, y la celebramos en el Museo de Arte de Milwaukee, un lugar que amaba. Mi padre estuvo afiliado al museo, ya sea como asesor legal o en su junta directiva, durante 35 años”, relata.

Han pasado tres años y todavía recibimos comentarios de personas que asistieron al servicio de papá

Su madre abrió la ceremonia con un video antiguo. En este se veía a su padre dando un discurso improvisado en su boda, lleno de ironías y ternura.

Entre discursos, proyectaron videos caseros que él mismo había grabado: parodias absurdas de anuncios legales y escenas familiares llenas de risas y palabrotas. Era como si hubiera regresado por una tarde, con su ingenio intacto.

El cierre fue perfecto: su hermano organizó un “sorteo” entre los invitados para ganar una cena buffet. Todos estallaron en carcajadas, pues era justo una broma que su papá habría hecho.

“No sé cómo habríamos planeado el funeral de mi padre si no hubiera dejado instrucciones tan específicas”, dice.

“Gracias a él, yo también tengo fuertes convicciones sobre los funerales, y también tengo un archivo en mi computadora con algunas reflexiones y deseos para mi propia celebración de la vida”.

Han pasado tres años y sus familiares y ellos reciben comentarios de personas que asistieron al servicio de su papá.

“Ese fue el mejor funeral al que he asistido”, cuenta que le dijo una amiga que había volado a Milwaukee para el evento. “Se siente raro decir eso de un funeral”.

“Mis hermanos y yo presenciamos el cambio de dolor de nuestra madre, y el nuestro, en tiempo real, y nos dimos cuenta de que esa era la razón por la que nuestro padre quería que hiciéramos esto juntos. Nuestra relación es aún más fuerte ahora porque planificamos esta celebración”. (I).

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