En las montañas de California oriental crece un superviviente que ha visto pasar casi 50 siglos de historia humana. Cada invierno brutal, cada sequía, cada tormenta ha tallado su figura retorcida sin lograr derribarlo.

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Se trata de un pino bristlecone, conocido como el Árbol de Matusalén, germinó cuando los humanos apenas comenzaban a escribir los primeros jeroglíficos, y siguió creciendo mientras se alzaban las pirámides de Egipto, florecía Roma y se desarrollaba toda la civilización occidental.

El árbol milenario en California

Los científicos calculan su edad en casi 5 mil años mediante el análisis de anillos de crecimiento. Gracias a este estudio, lograron extraer pequeñas muestras sin dañar al árbol, refiere el medio KTLA5.

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Su longevidad excepcional se debe, de forma paradojica, a las condiciones hostiles donde prospera con altitudes superiores a los 9 mil pies, suelos rocosos y escasa humedad en las Montañas Blancas del Bosque Nacional Inyo.

Mientras otros árboles no resistirían estas condiciones, los bristlecones de la Gran Cuenca desarrollaron madera densa y crecimiento lento que los convierte en fortalezas vivientes.

Aunque se han descubierto otros ejemplares ligeramente más antiguos, Matusalén sigue siendo el más famoso de estos gigantes temporales.

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Miles de personas caminan cada año por el sendero que lleva a su hogar, un recorrido de 4.5 millas donde es posible observarlo sin que ningún letrero lo identifique.

El Servicio Forestal mantiene su ubicación exacta en secreto para evitar el vandalismo, pero los visitantes pueden intentar reconocerlo entre docenas de bristlecones milenarios.

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En esa caminata a gran altitud, rodeados de árboles que brotaron cuando Julio César aún no había nacido, es fácil dimensionar lo efímero de la existencia frente a la persistencia de la naturaleza.

(I)

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