Los pingüinos son aves marinas no voladoras. De este animal hay al menos 18 especies diferentes que están distribuidas en distintas partes del mundo, a excepción del pingüino de las islas Galápagos, que pertenecen exclusivamente al Hemisferio Sur, reseña National Geographic.

Cada animal que depende del océano para sobrevivir debe emprender un viaje ante la vastedad y constante movimiento. Algunos de ellos vuelan, otros nadan; sin embargo, todos deben hallar su camino en un paisaje que cambia constantemente.

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En el caso de los pingüinos de Magallanes, la prueba es especialmente difícil, pues estas aves no voladoras deben dejar la seguridad de sus nidos para sumergirse en las impredecibles aguas a buscar alimento lejos de la tierra, sin dejar de lado que deben regresar a tiempo para alimentar a sus crías.

Es importante destacar que estas aves no tienen punto de referencia visuales ni una vista clara de la costa, lo que hace que el viaje sea mucho más que un esfuerzo físico, un rompecabezas de navegación.

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Los pingüinos de Magallanes tienen un gran sentido de la orientación | Foto: Cortesía OceanWide

¿Cómo logran navegar los pingüinos?

La investigación dirigida por Richard Michael Gunner, perteneciente al Instituto Max Planck sobre el Comportamiento Animal, ha encontrado que, además de ser buenos nadadores, los pingüinos de Magallanes son hábiles navegantes que tienen la capacidad de calibrar su movimiento en respuesta a las corrientes oceánicas para viajar eficientemente e incluso cazar en el camino.

El portal Earth detalla que este estudio rastreó a 27 pingüinos adultos durante un único viaje de alimentación en el Golfo San Matías, Argentina. Los científicos le pusieron GPS y sensores de movimiento a cada ave.

La idea era registrar el rumbo, la velocidad, la profundidad de inmersión y los intentos de captura de presas para observar su capacidad de lidiar con las fuerzas de la deriva y sin señales visibles de tierra.

El hallazgo fue que estos hábiles navegantes suelen cambiar de estrategia de acuerdo a la fuerza de la corriente: si las aguas estaban tranquilas, nadaban en línea recta hacia su hogar, pero si las corrientes eran más fuertes, las seguían, aunque eso significara derivar lateralmente, lo que alargaba la trayectoria, pero los ayudaba a ahorrar energía y luego corregían el rumbo a medida que estas cambiaran.

Su trayectoria entonces era en forma de S. Estos movimientos no eran aleatorios y disminuían el consumo de energía al aprovechar las inmersiones de marea en el ciclo de 12 horas.

“Nuestros resultados indican que los pingüinos detectan discrepancias entre su trayectoria prevista y el desplazamiento real sobre el fondo, y luego se ajustan en consecuencia”, explica la investigación.

“Si bien los pingüinos aún se dirigen ampliamente hacia la colonia bajo fuertes corrientes, presentan una distribución de rumbo más dispersa, lo que posiblemente refleja correcciones repetidas o a pequeña escala para compensar la deriva. Este comportamiento es consistente con una navegación efectiva incluso fuera de la vista de tierra”, agrega.

Pese a que navegaron en aguas turbulentas, el 85% de estos pingüinos regresaron a menos de 300 metros de su punto de partida, por lo que su precisión es del 99,4% en un viaje de 50 kilómetros.

(I)

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