Una madre, migrante oriunda de México, vive sus días más amargos en Estados Unidos. Abrió las puertas de su hogar para exponer a la prensa la pesadilla que atraviesa desde que su esposo quedó detenido, a mediados de mayo, al ir a su cita anual de Inmigración.

Rita Herrera tiene tres hijos. Dos son autistas y con otras patologías. El mayor tiene serios problemas cognitivos; el menor es paciente renal.

El mundo se paralizó por unos instantes para Rita al recibir la noticia del arresto de José Javier González, su pareja. Él también es mexicano.

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“Me caí por completo, sin nadie a mi lado. Ahorita solo pienso y digo ‘Dios mío, qué va a pasar si a mi esposo lo deportan. Yo cómo voy a sobrevivir con estos niños”, manifiesta, entre lágrimas, Rita a la periodista Vilma Tarazona, de Univisión Noticias.

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La mujer expone el drama que vive en Estados Unidos. Su esposo trabaja para la familia; ella cuida a sus tres hijos.

José Javier González fue deportado en 2004 y regresó a territorio estadounidense. Veintiún años después, lo arrestaron.

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Hoy, está en un centro de detención en Florida, donde recibe atención por tener la presión alta.

Foto: Pexels/Kindel Media

¿Cómo voy a sacar a mis hijos adelante?

Los tres hijos de la pareja nacieron en Estados Unidos. Javier, de 20 años, y Jesús, de 7, son autistas.

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La mentalidad de Javier es la de un infante de dos años. “No habla. Nunca ha dejado de usar pañales, vive con muchos miedos y presenta ataques de convulsiones. A veces, por las noches, se despierta como gritando y debo ir a auxiliarlo”, narra Rita.

Jesús es autista y paciente renal, que requiere atención médica constante.

La niña, de 9 años, cuenta a Univisión que llora por las noches. “Quiero que papá regrese”, dice Ainara.

“Espero un milagro”

En la sala de su casa, Rita tiene un altar con veladoras. “Me vengo a rezar, a rezar”.

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Para esta migrante mexicana, lo peor es cuando cae la noche, cuando quedo sola. “Me pongo a llorar”.

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Como madre la ataca el miedo y se hace una y otra vez preguntas sobre el futuro de sus hijos y la suerte de su esposo. Está desesperada.

Entre lágrimas, con voz quebrada, expresa: “¿Cómo voy a trabajar, cómo voy a sacar a mis hijos adelante (…) no sé qué hacer, ahorita solo espero un milagro”. (I)

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