La primera vez que Onyeka Ehie lo vio pensó que era un modelo de Calvin Klein: Alto, rubio, de ojos claros... y de paso con un magnetismo que a cualquiera atrapaba.
La historia que inspiraría una serie de Netflix al mejor estilo del Estafador de Tinder surgió en unas vacaciones en Croacia con su mejor amiga.
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“Todo comenzó en junio de 2022. Estaba en un momento de mi vida en el que trabajaba en dos empleos. Trabajaba como un perro y sabía que necesitaba un descanso. Así que contacté a mi amiga Sarah, quien en ese momento vivía en Alemania con su esposo, y le dije: “Vamos a hacer un viaje. Vamos a algún lugar de Europa”, cuenta en el primero de al menos 30 videos que subió en TikTok para contar su historia.
Las amigas decidieron viajar a la isla Hvar, en Croacia.
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Allí, Onyeka Ehie, hija de padres nigerianos y estadounidense de nacimiento, conoció al hombre que se convertiría en su mayor dolor de cabeza. Un supuesto millonario con títulos en la realeza.
“Y estábamos acostadas en camas de día, algo apartadas, ocupándonos de nuestros asuntos, bebiendo mojitos, y levanté la vista y vi a este hombre muy atractivo. Y lo primero que me vino a la mente fue que este hombre parecía haber salido directamente de un anuncio de Calvin Klein”, describe.
“Y les digo, 1,90 m, cabello rubio, ojos azules, piel cincelada, muy bronceado, músculos por todas partes. Definitivamente me sorprendió, y siento que se necesita mucho para que realmente haga una doble toma a un hombre solo por su apariencia así. Y al 100%, estaba un poco asombrada”.
Intercambiaron sus cuentas en Instagram y lo que seguirá es un drama digno de Netflix.
“Puedo prestarte el dinero”
Seductor y persistente: likes a cada historia en Instagram, respuestas a publicaciones, preguntas sobre restaurantes, y una escalada calculada de interés. “¿Qué estás haciendo este fin de semana? ¿Quieres ir a Ibiza?… Te enviaré el vuelo. Todo estará pagado.”
El coqueteo digital devino conversaciones de una a dos horas al día, durante un mes. El sujeto afirmó tener un supuesto linaje con “título real” en Dinamarca.
Luego de varias semanas de conversación ella voló a Mónaco para reencontrarse con su galán danés. En ese viaje se enamoró.
Luego él viajo a Estados Unidos.
“Quería algo especial: que conociera a mis amigos y mi familia. Planeé un brunch en Dallas. Mis hermanas, mi primo, su esposa, mis mejores amigos… todos quedaron fascinados. Él era encantador, carismático, hacía preguntas, escuchaba. Mis amigas me siguieron al baño: “¡Es increíble! ¡Estamos felices por ti!”. Yo solo pensaba: qué suerte tengo“, recuerda.
Su primo, que es como un hermano, empezó a charlar con él. “Mi primo le dice: “Tienes cuerpo de atleta, ¿jugaste algún deporte?”. Él responde: “Sí, handball”. Mi primo: “¿Eso no es olímpico?”. Y él, sin titubear: “Sí, fui a las Olimpiadas dos veces”. Yo me metí en la conversación: “¿¡Qué!?”. Él, humilde: “Era suplente, no me gusta presumir”. ¿Medallas? “Una de bronce y una de oro”. Yo pensé: además de todo, es humilde. Perfecto"...
Su primo investigó un poco luego y supo que jamás jugó en las Olimpiadas. Se lo comentó, pero ella no le dio importancia...
Pasaron tres semanas. Él reservó vuelo para volver. Ella estaba emocionada.
Un día antes de ese nuevo viaje la llamó y le dijo: “Ha sido un día horrible. El complejo de apartamentos que compré tiene problemas graves en la estructura. Puede ser peligroso para los inquilinos. Repararlo costará mucho”. ¿Cuánto? “50 mil dólares”.
Él dijo que pediría ayuda a su padre. Unas horas después, la llama, devastado: “Mi papá no me va a ayudar. Dice que he sido irresponsable viajando, gastando… y que debo aprender de mis errores. Me siento abandonado”.
Pasaron días y seguía estresado. Ella queriendo ayudar, le dijo: “Puedo prestarte el dinero”. En ese momento, estaba en una posición financiera sólida: sin deudas, casa propia, ahorros.
Ella sentía que él había sido tan generoso así que insistió: “Déjame ayudarte”.
Mientras ella insistía él le decía que jamás en la vida aceptaría dinero suyo. Lo que ocurrió a continuación fueron varios “préstamos”. 10.000, 60.000... Y ahí… comenzó todo. (I)