La primera vez que Onyeka Ehie lo vio pensó que era un modelo de Calvin Klein: Alto, rubio, de ojos claros... y de paso con un magnetismo que a cualquiera atrapaba.

La historia que inspiraría una serie de Netflix al mejor estilo del Estafador de Tinder surgió en unas vacaciones en Croacia con su mejor amiga.

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“Todo comenzó en junio de 2022. Estaba en un momento de mi vida en el que trabajaba en dos empleos. Trabajaba como un perro y sabía que necesitaba un descanso. Así que contacté a mi amiga Sarah, quien en ese momento vivía en Alemania con su esposo, y le dije: “Vamos a hacer un viaje. Vamos a algún lugar de Europa”, cuenta en el primero de al menos 30 videos que subió en TikTok para contar su historia.

Las amigas decidieron viajar a la isla Hvar, en Croacia.

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“Queríamos un lugar que fuera como un pueblo local lindo que estuviera junto al agua, pero que no estuviera tan lleno de gente como otros lugares de Europa”, recuerda.

“Y estábamos acostadas en camas de día, algo apartadas, ocupándonos de nuestros asuntos, bebiendo mojitos, y levanté la vista y vi a este hombre muy atractivo. Y lo primero que me vino a la mente fue que este hombre parecía haber salido directamente de un anuncio de Calvin Klein”, describe.

“Y les digo, 1,90 m, cabello rubio, ojos azules, piel cincelada, muy bronceado, músculos por todas partes. Definitivamente me sorprendió, y siento que se necesita mucho para que realmente haga una doble toma a un hombre solo por su apariencia así. Y al 100%, estaba un poco asombrada”.

¿Quién no querría un mojito gratis?

En algún punto él la miró y preguntó “¿Qué tal están las bebidas?”.

“Y yo dije: “Las bebidas están maravillosas. Estamos tomando mojitos”. Él dijo: “¿Debería pedirnos una ronda?” Y yo dije: “Absolutamente. Número 1, es lindo. Número 2, ¿Quién no querría un mojito gratis?” Así que dije que sí“.

Ellos nos preguntaron: “¿Cuál es su plan para el resto del viaje?” Y les dijimos, ya sabes, vamos a hacer una excursión en barco de todo el día mañana, y luego vamos a cenar esta noche en un lugar llamado Domatino.

“Fue un placer conocerte. Diviértete en Domatino. Tal vez nos veamos más tarde”. El mensaje directo —aparentemente inofensivo— llegó mientras ella regresaba al Airbnb tras una cena durante un viaje por Europa. Al inicio, no le dio demasiada importancia: una conversación simpática con “un chico lindo”.

Lo que siguió fue un patrón seductor y persistente: likes a cada historia en Instagram, respuestas a publicaciones, preguntas sobre restaurantes, y una escalada calculada de interés. “¿Qué estás haciendo este fin de semana? ¿Quieres ir a Ibiza?… Te enviaré el vuelo. Todo estará pagado.”

La oferta, irresistible para cualquier viajero, fue la primera señal de alarma que en ese momento ella no identificó como tal.

De la curiosidad al vínculo: llamadas diarias y un pacto “romántico”

El coqueteo digital devino conversaciones de una a dos horas al día, durante un mes. La regla compartida de no usar FaceTime hasta encontrarse en persona fue interpretada por la protagonista como un gesto romántico.

El sujeto afirmó tener un supuesto linaje con “título real” en Dinamarca.

Para respaldarlo, le envió un enlace a una página sobre una orden caballeresca histórica y la invitó a “investigar” el apellido.

En paralelo, las promesas se concretaban: “Tengo una conferencia de trabajo en Mónaco y me encantaría que vinieras. Te consigo el vuelo y todo estará cubierto.” Para cerrar la logística, él pidió una foto de su pasaporte.

Ella la envió, junto con su número telefónico, por primera vez. Según su testimonio, él aseguró que reservaría su propia habitación para que estuviera cómoda.

La puesta en escena del lujo: suites, piscinas privadas y devoción filial

El reencuentro se dio en un entorno diseñado para desarmar defensas: un hotel de cinco estrellas en Saint‑Tropez, “una suite completa con piscina privada”, con tarifas de 1.500 a 2.000 euros por noche.

Ella admite que no está acostumbrada a ese tipo de gastos y lo verbaliza: evitar la impostura para no reforzar la fantasía.

En la mesa, él añade otro ladrillo emocional: habla de su madre y de cuánto la protege, una narrativa que suele generar empatía y confianza. La protagonista relata que salió del aeropuerto con mariposas en el estómago, y que la conexión parecía afianzarse en ese entorno de abundancia y atención.

Lo que sigue después es un matrimonio por conveniencia y miles de dólares en presuntos préstamos pedidos por el supuesto millonario con título de la realeza.

Tiempo después, y ya con su historia convertida en serie de videos en TikTok, la estadounidense cierra con un título lapidario: “El Engaño Danés”.

Asegura que lo “diagnostica” con trastorno narcisista de la personalidad con rasgos límite y una adicción al juego. La fórmula, advierte, sería “una receta para el desastre”. (I)