Con apenas 17 años, María Sol Naranjo ya ha dejado una huella imborrable en la historia del deporte ecuatoriano. En los Juegos Olímpicos de París 2024, fue la atleta más joven de la delegación nacional, destacando no solo por su talento sino también por su determinación y madurez competitiva.
Su participación en uno de los escenarios más importantes del deporte mundial marcó un punto de inflexión en su carrera y la posicionó como una de las grandes promesas del pentatlón moderno a nivel internacional.
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Más allá de su hazaña olímpica, María Sol ha demostrado un dominio impresionante en su disciplina. Fue campeona del Panamericano de Pentatlón Moderno realizado en Guatemala, así como del Sudamericano disputado en Brasil, ambos en la categoría adultos, enfrentando y superando a rivales con mayor experiencia. Su capacidad para sobresalir en las cinco pruebas que conforman el pentatlón —esgrima, natación, obstáculo, tiro y equitación— refleja una preparación integral y un compromiso inquebrantable con el deporte.
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En una entrevista para diario EL UNIVERSO, María Sol comparte detalles de su camino hasta los Juegos Olímpicos, sus experiencias en las competencias internacionales más exigentes del continente, y la visión que tiene sobre su futuro como atleta de élite.
Entrena desde pequeña
Desde muy temprana edad, María Sol fue introducida al mundo del deporte gracias al impulso y acompañamiento de su padre, quien jugó un papel clave en sus primeros pasos como atleta. Lejos de tratarse de una afición pasajera, el entrenamiento se convirtió rápidamente en una parte esencial de su rutina diaria y en el eje de su desarrollo personal.
“Desde los 9 años yo empecé probando diferentes deportes, disciplinas, pasatiempos como música, ajedrez, algunos extracurriculares, hasta que con mi papá me llamaron para que forme parte del directorio de Pentatlón Moderno de la selección juvenil. Entonces, él nos llevó (junto a su hermano) para probar este deporte”, comenta la ecuatoriana a este Diario sobre sus inicios.
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En la misma línea añade: “Y nos encantó desde el primer momento, creo que fue no sé, como un click. Ahí es donde empezamos un poco a correr, disparar, nadar, luego ya a medida que van pasando los años empezamos también con lo que fue la esgrima y la equitación”.
Aquella disciplina cultivada desde la infancia fue fundamental para construir las bases de su carrera en el pentatlón moderno, una disciplina que exige versatilidad, resistencia y un alto nivel técnico en cinco disciplinas distintas.
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Horas de sacrificio
María Sol vive una rutina que exige una entrega total y un equilibrio casi quirúrgico entre su vida académica, su formación deportiva y su desarrollo personal. Mientras muchos jóvenes de su edad dedicaban sus días a actividades sociales o escolares sin mayores presiones, ella debía organizar su tiempo entre clases, entrenamientos, y las competencias nacionales e internacionales.
“Ahora que recién me gradué, mi día ocupa básicamente solo de entrenamientos. Ahí un poco equilibro con la vida social, digamos, los sábados de la tarde, tengo un rato libre, me gusta ir al cine con mis amigas o hacer planes en la casa como recetas y en también me gusta tener tiempo para mí misma, a veces me gusta ir como a un hidromasaje, ahí a leer un libro y nada, creo que es importante equilibrar en con todas las cosas”, remarcó sobre su ajetreada agenda.
Ser una atleta de alto rendimiento en plena adolescencia implicó asumir responsabilidades poco comunes: jornadas extensas de práctica, fines de semana ocupados, y periodos lejos de casa. Este camino demandó constantes sacrificios, como renunciar a momentos con su familia o amistades, en función de una meta mayor: representar al país con excelencia y construir una carrera profesional en el deporte.
“En términos generales yo entreno de lunes a sábado, entonces básicamente llego a mi casa, medio como algo, descanso, me baño, a veces duermo, a veces leo un libro, cualquier cosa. Tengo ese tiempo libre, voy a almorzar. Tengo a veces tiempo libre un poco en la tarde y luego en la noche, tarde noche, tipo 17:00, tengo que subir a Quito para hacer esgrima. Ese es más o menos mi día de lunes a viernes, sábado, entrenamos toda la mañana, igual y ya en la tarde tengo libre junto con el domingo”, agregó.
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O sea, la disciplina es clave. Porque, digamos, yo estaba en el colegio, esto fue antes de graduarme. Entonces, yo tenía las clases y ya estaba en último año, ya a punto de graduarme. Entonces, tenía que mantener las notas. Yo todavía era adolescente, quería salir con amigos, estar un rato más con ellos, dormir más porque tenía que sacrificar algunas horas de sueño para poder cumplir con los entrenamientos, los deberes y todo, mantenerme al día. Entonces, hubo un punto en el que ya quería soltar la toalla, pero luego llegaban las competencias y era un sentimiento increíble, o sea, fue como ese sentimiento de autorealización de que dices: ‘Wow, o sea, estoy cosechando lo que estoy sembrando’”, argumentó.
Sus padres, siempre presentes
En su camino como atleta de alto rendimiento, María Sol Naranjo ha contado con un respaldo clave: su familia. La pentatleta ecuatoriana reconoce que gran parte de su progreso ha sido posible gracias al esfuerzo de sus padres, quienes han asumido los costos de sus entrenamientos y competencias, muchas veces sin apoyo externo.
“Creo que ha sido esencial. Yo tengo un hermano un hermano mellizo. Él es un poco Creo que él es un poco también un ejemplo a seguir. Él es muy bueno, es muy enfocado también en sus entrenamientos. Entonces, él tiene su ritmo y yo digo, ‘o sea, creo que no lo voy a lograr’, pero lo veo a él haciéndolo y digo, ‘bueno, creo que sí voy a poder’. Creo que eso me motiva mucho día a día porque entrenamos juntos”, se refirió respecto a su hermano.
“De ahí un apoyo esencial han sido incondicional mis padres. Ellos siempre están pendientes de cualquier cosa que necesitamos. Antes nos llevaban a entrenamientos, independientemente de qué tan lejos sea, ya que como somos menores de edad no no tenemos licencia todavía y cosas así. Entonces, ellos nos han ayudado muchísimo en lo que es desplazar de un entrenamiento a otro, lo en cuanto a las comidas, en nuestra alimentación, cosas así y siempre estando en nuestras competencias para apoyarnos día a día”, añadió sobre sus padres.
Este acompañamiento ha sido decisivo en momentos de dificultad, pero también en sus logros más significativos. Además, destaca la figura de su hermano mellizo, Bayardo, a quien describe como su ejemplo a seguir y una fuente constante de motivación en su vida personal y deportiva.
Beca deportiva
Con miras al próximo ciclo olímpico, María Sol se encuentra actualmente aplicando al programa de becas del Comité Olímpico Ecuatoriano (COE), una iniciativa destinada a respaldar a los atletas que proyectan su carrera hacia Los Ángeles 2028.
Yo creo que me puedo ayudar mucho para poder desarrollar mejor mis entrenamientos, con las mejores condiciones posibles. Creo que puedo lograr y llegar más lejos con mejores condiciones. Entonces, esta beca olímpica nos está permitiendo poder entrenar con las mejores condiciones, en los mejores lugares, con mejores implementos. Entonces, eso nos va a hacer llegar a la meta antes, con mejores marcas todavía.
Una de las dificultades que ha tenido a lo largo de su carrera ha sido “participar mucho en lo que son competencias internacionales”, sobre todo en las que son de su categoría, por lo que con la ayuda de la beca podrá “foguearse” y conseguir más logros en su división.
Este apoyo representa una oportunidad clave para su desarrollo profesional, ya que le permitiría acceder a mejores condiciones de preparación, competir internacionalmente y sostener su progreso en un deporte tan exigente como el pentatlón moderno.
Los Ángeles 2028
Con una mirada puesta en el futuro, la ecuatoriana ha trazado como meta llegar a los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 2028. Más allá de la clasificación, su aspiración se enfoca en alcanzar, al menos, un diploma olímpico, una meta ambiciosa que refleja tanto su compromiso como el nivel competitivo al que apunta.
“Yo estaría apuntando a un diploma olímpico. Pero si hay la posibilidad, vamos por todo”, argumentó con muchas esperanzas la pentatleta.
La experiencia vivida en París 2024 ayudará a la tricolor a mejorar aquellas errores que cometía antes, y crecer como deportista en los próximos 3 años. “Creo que un poco a identificar mis miedos más que todo, porque en este deporte al menos principalmente lo que fue la equitación y lo que ahora son los obstáculos puedo percibir, es notable que tengo miedo de intentarlo, pero sí, es palpable ese miedo”, comentó sobre lo que aprendió en los últimos Juegos Olímpicos.
Su preparación actual y los objetivos que se ha propuesto la ubican en una ruta de alto rendimiento, donde la constancia, el respaldo institucional y el esfuerzo personal serán determinantes. (D)