El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, experimentó la agonía y el éxtasis este domingo durante la final del Mundial de Clubes, en la que el Chelsea venció por 3-0 al Paris Saint-Germain.

Como invitado de honor, Trump acompañó con saltos y aplausos la celebración de los jugadores del Chelsea cuando su capitán, Reece James, elevó el trofeo que le entregó el mandatario tras la final en el estadio MetLife, en East Rutherford, a las afueras de Nueva York.

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“Pensé que iba a salir del escenario, pero quiso quedarse”, dijo el lateral derecho en la zona mixta del recinto deportivo.

Poco antes, Trump fue abucheado ruidosamente en medio de aplausos mientras caminaba al podio ante unos 81.000 espectadores para la ceremonia de premiación, encabezada por el presidente de la FIFA, Gianni Infantino.

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La música en el estadio, en el que había numerosos aficionados latinoamericanos, subió de volumen.

En un principio, el mandatario fue aplaudido cuando llegó al MetLife con la primera dama, Melania Trump.

Pero cuando apareció brevemente en la pantalla gigante del estadio mientras hacía un saludo durante el himno nacional de Estados Unidos se escucharon abucheos y la cámara cortó rápidamente.

Trump volvió a ser silbado mientras posaba para los fotógrafos junto con los árbitros.

Los desaires no hicieron mella en el ánimo del presidente, que entregó el Balón de Oro al mejor jugador al británico Cole Palmer, del Chelsea, seguido de apretones de manos y medallas al derrotado PSG.

En la entrega de las preseas, el presidente de Estados Unidos se encargó darle la suya al volante ecuatoriano Moisés Caicedo.

El tricolor, al llegar al escenario dispuesto para la premiación, saludó con un estrechón de manos a Trump y este, tras felicitarlo, le colgó la medalla. (D)