Hoy que Chelsea se coronó campeón del Mundial de Clubes, con una actuación descomunal del ecuatoriano Moisés Caicedo, vale la pena recordar que el primer futbolista nacido en Ecuador que lo logró ya lo había hecho hace más de seis décadas. Fue Alberto Spencer Herrera, campeón del mundo con Peñarol.

Antes de que existieran los millones en premios, los formatos inflados y la expansión global de la FIFA, hubo un ecuatoriano que ya se había ganado el título más importante a nivel de clubes del planeta.

Spencer, considerado el mejor futbolista ecuatoriano de todos los tiempos, lo consiguió en 1961 con Peñarol de Uruguay, cuando el torneo todavía se llamaba Copa Intercontinental y enfrentaba al campeón de Europa contra el campeón de Sudamérica. Ese año, el equipo aurinegro superó al Benfica de Eusebio en una serie inolvidable. Y Spencer fue figura, como casi siempre.

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Pero no fue su único título. Repitió la hazaña en 1966, otra vez con Peñarol, al vencer al poderoso Real Madrid. En esa edición marcó dos goles en el partido de desempate, disputado en el estadio Centenario de Montevideo, y selló su nombre para siempre en la historia del fútbol mundial. En total jugó tres finales Intercontinentales, ganó dos y anotó cuatro goles en esas definiciones.

Aunque la FIFA reconoció oficialmente la Copa Intercontinental como un título mundial recién en 2017, Spencer ya lo había ganado cuando nadie hablaba de millones, marketing ni formatos. (D)