El Mundial de Chile 1962 es recordado por ser uno de los más violentos de la historia. Aquel hecho lamentable pudo a medias ser maquillado por la magia futbolística de Brasil, que con el fútbol-espectáculo de la selección que compitió en esa Copa de la FIFA compensó la brutalidad que caracterizó a varios de los partidos de aquel torneo.

La auriverde refrendó la condición de monarca que alcanzó en Suecia 1958 porque en su fabuloso equipo contaba con una megaestrella: Garrincha, que en Chile jugó en estado de gracia; y porque la prematura ausencia por lesión del joven Pelé -que a un semestre de cumplir 22 años ya era considerado el mejor jugador del planeta- fue solucionada con la titularidad de Amarildo Tavares, que con tres goles en cuatro partidos se marchó cubierto de gloria, aunque sin poder repetir en el resto de su carrera el nivel que alcanzó en ese certamen.

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La cara amable tenía los colores de Brasil. Pero el otro lado de la medalla mostró una imagen tenebrosa y tuvo a Chile, el equipo anfitrión, como el mayor exponente de la rudeza y la mala intención. El punto culminante de las agresiones se produjo en lo que la historia llamó La batalla de Santiago, bochornoso capítulo que este jueves 2 de junio cumplirá 60 años de haber sido escrito en la cancha del estadio Nacional.

Carabineros chilenos en la cancha para retirar por la fuerza a Giorgio Ferrini y Mario David, que fueron expulsados. Foto: Tomada de www.infobae.com

“Partamos por reconocer el contexto. No fue el chileno, el de 1962, un Mundial caracterizado por el fair play. De hecho, tras los primeros dos días de juego el parte médico, o más bien de guerra, fue escabroso: 24 bajas”, contaba en el 2012 el periodista chileno-italino Felipe Bianchi en BBC Mundo.

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Cabezas rotas

El diario Mundo Deportivo, de Barcelona, recordó en 2021 varios sucesos que antecedieron a La batalla de Santiago, ocurridos desde el arranque del tercer Mundial organizado en Sudamérica. “La década de 1960 fue complicada en cuanto a tensiones políticas y muchas veces, esas tensiones se trasladaban a la cancha. La Copa del Mundo de Chile 1962 es un ejemplo de eso. En el partido entre la Unión Soviética y Yugoslavia los jugadores de ambos equipos ya se tenían bronca desde la final de la Eurocopa de 1960 y el enojo siguió en tierras chilenas. El partido lo ganaron los soviéticos por 2-0, pero hubo gresca, patadas, cabezas rotas y fracturas, es más el ruso Dubinsky no volvió a jugar al fútbol”.

En el Alemania-Italia, un clásico del balompié, hubo más golpes que goles (0-0) y fútbol. “Desde el comienzo el partido se constituyó en una riña franca”, comentó el rotativo El Mercurio, de Santiago. El saldo fue de ocho lesionados (cuatro por bando) de gravedad. El entrenador Sepp Herberger, campeón con los germanos en Suiza 1954, sentenció: “Este ha sido el partido más duro en la historia del fútbol alemán”.

Checoslovaquia venció 1-0 a España, que además de perder el encuentro se despidió, por furiosas agresiones, de Feliciano Rivilla (usó una bota de yeso el resto del Mundial) y de Severino Reijia por rotura de meniscos. Mientras, el portero checo Viliam Schrojf estuvo sin sentido por 5 minutos tras soportar una patada en la cabeza.

La brutalidad no se detenía. Argentina venció en su estreno 1-0 a Bulgaria, pero a causa de la dureza excesiva con que ambos combinados encararon el compromiso los albicelestes acabaron con cinco lesionados y los europeos con dos, que ya no jugaron el resto del campeonato.

El Mercurio dijo: “La competencia se ha disputado de manera anormal, en cada partido ha habido varios lesionados, algunos de ellos muy graves en atención a que, virtualmente, el aspecto deportivo ha sido dejado de lado limitándose todo a una lucha despiadada”.

Cuenta Mundo Deportivo: “El 1 de junio (de 1962) se reunió de urgencia el consejo de la FIFA para discutir la brutalidad y los malos arbitrajes que predominaban en el torneo. Pero al día siguiente, el partido entre Italia y Chile superaría a todo”.

Una nota periodística

La segunda fecha del grupo 2 fue el marco para el duelo entre chilenos e italianos. Antes del pitazo inicial ya había una intensa animosidad roja contra la Azzurra. “Todo comenzó por un artículo que un periodista italiano -Corrado Pizzinelli- escribió durante su estancia en Santiago mientras cubría el Mundial para su patria. Se titulaba ‘La infinita tristeza de la capital chilena’. No era precisamente elogioso, y fue reproducido primero por El Gráfico, de Argentina, y luego por los medios chilenos”, relató en el 2020 el periódico santiaguino La Tercera.

Pizzinelli escribió, entre otras cosas: “En ningún lugar uno se siente tan lejano, perdido y solo como en la ciudad huésped del Campeonato Mundial. Para los extranjeros es imposible huir de la nostalgia. Los jugadores se resentirán con este clima depresivo. Santiago es un campeón de los problemas más terribles de América Latina. Todo lo que Santiago muestra, aun las casas populares construidas de prisa para algunas decenas de millares de personas (...) No es en absoluto una ciudad fascinante”.

Complementa Felipe Bianchi: “Sus artículos fueron enviados a Santiago por la embajada chilena en Roma, el Gobierno los traspasó a los medios locales, y desde ahí en adelante una bola de nieve alimentada por el viejo ‘error de desdeñar la verdad cruda y aceptar solo el halago adulador’, en palabras de Joaquín Edwards Bello, generó una apocalíptica reacción nacionalista y patriotera que tenía un solo fin: ‘poner a los italianos en su sitio’. Campañas de radio y prensa llamando a ‘responder el insulto y el agravio extranjero’ hicieron que el partido se jugara encima de un polvorín”.

‘Orgullo chileno, herido’

A patadas por el orgullo de una nación”, menciona AS, comenzó La batalla de Santiago, el sábado 2 de junio de hace 60 años. En una nota de La Tercera se destaca que “el día del encuentro, los jugadores de la Azzurra entraron con claveles para ofrecerlos al público a modo de disculpa, pero el respetable, esa tarde en Ñuñoa, rechazó las flores con furia. Las palabras de Pizzinelli habían herido el alma nacional y la gente lo demostró”.

Italia entró al campo del estadio Nacional “con flores en sus manos, pero recibió de vuelta solo desprecio. Literalmente: los ramos de flores entregados al público el día del partido fueron devueltos a los jugadores entre escupitajos, monedas y frutas de la estación”, rememora en un especial BBC Mundo.

Para Bianchi, periodista chileno-italiano, el resumen del partido es simple: “Arbitraje muy favorable al local, golpes, puñetazos y patadas desde el primer instante, interrupciones permanentes (de los primeros 20 minutos apenas hubo cuatro de juego efectivo), dos italianos expulsados (y ningún chileno pese a que pegaron tanto o más), carabineros en la cancha, patadas a la altura del hombro, y triunfo final para los rojos por 2-0, ambos goles en el segundo tiempo cuando el rival jugaba con ocho”.

Fractura de tabique nasal

Humberto Dionisio Maschio, argentino de nacimiento, que jugó la Copa América de 1957 con su país, y por Italia el Mundial 1962, recibió del chileno Leonel Sánchez un puñetazo que le fracturó el tabique nasal”. Con el paso del tiempo el Bocha Maschio llegó a Ecuador para dirigir a Barcelona SC, en dos etapas, y a Liga de Quito.

Ettore Bocci, de Corriere d’Informazione, escribió el 5 de junio de 1962: “El árbitro era un monstruo de injusticia. Solo castigaba nuestras infracciones y cerraba los ojos ante los puntapiés y los puñetazos que propinaban los chilenos. Reaccionamos ante las provocaciones. Debimos mantenernos calmos, como de hielo, frente a la convulsa agitación de nuestros adversarios. Entonces el error de los chilenos hubiera aparecido flagrante”.

El juez fue el inglés Kenneth George Aston, con una conducción abiertamente favorable a los locales. Pitó en el minuto 90 la finalización de la masacre, sin agregar nada, porque el nivel de hostilidad nunca disminuyó. Hasta hoy es acusado de beneficiar a Chile para asegurar el éxito económico del torneo, porque los estadios solo se llenaron cuando jugó la Roja. Luego fue miembro del Comité de Árbitros de la FIFA y creador de las tarjetas amarillas y rojas, que se usan desde la Copa del Mundo de México 1970.

El árbitro Keneth Aston (c) no hace caso a las protestas de los futbolista de Italia, que reclamaban por la violencia de sus rivales de Chile. Foto: Tomada de www.piodeportes.com

‘Fascistas, mafiosos’

Otra vez es fundamental el relato de Bianchi, ganador en Chile del Premio Nacional de Periodismo Deportivo, sobre lo sucedido después del controvertido juego. “Para la prensa italiana (y la mayoría de la neutral) fue el robo más descarado de la historia de los mundiales. Para la prensa chilena una hazaña sin parangón y el justo pago para los italianos ‘fascistas, mafiosos, maniacos sexuales y drogadictos’, como dijo en los días previos Las Últimas Noticias”.

La grabación del salvaje encuentro fue exhibida por la BBC, luego de varios días. El presentador David Coleman la anunció así: “Buenas noches, el juego que usted está a punto de ver es, posiblemente, la más estúpida, horrible, repugnante y vergonzosa exhibición de fútbol de la historia”.

Refiere AS, de Madrid, que “el marcador de aquel partido (2-0) parecía ser de menor importancia, pues el orgullo de una nación estaba en juego. A la postre, Italia quedó eliminada en fase de grupos y Chile llegó a semifinales. Así fue como se vivió La batalla de Santiago, a patada limpia por un país ofendido en el Mundial 1962″. (D)