El descenso del Guayaquil City al infierno de la serie B es uno de los varios eslabones de la cadena de infortunios del balompié de Guayas en la mediocre temporada de sus representantes en el 2023. Una situación similar ocurrió hace 40 años, cuando de tres escuadras albicelestes una bajó, los del Astillero no clasificaron a Copa Libertadores, y solo 9 de Octubre sacó la cara por el fútbol de la provincia al asegurarse el subtítulo de 1983.

El 2 de diciembre anterior, en su estadio, el City perdió la categoría como producto de una pésima campaña de apenas cinco triunfos en el torneo de la Liga Pro. Se fue entre la indiferencia de la afición. No protagonizó ningún hecho deportivo de verdadera relevancia que le permitiera sembrar afectos y simpatías entre los hinchas porteños. Carente de carisma y atractivo, este equipo tampoco pudo procurarse un espacio en el corazón futbolero de los habitantes del Puerto Principal, que definitivamente está dividido en dos.

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Pese a todo, la caída de Guayaquil City es un duro golpe porque históricamente la mayoría de los cuadros de esta región no regresan al máximo circuito cuando se marchan a la B. Patria, Norteamérica y Guayaquil Sport se despidieron en 1970, 1971 y 1973, en ese orden, y jamás volvieron a subir. Calvi y Panamá debutaron en el certamen nacional en 1997 y 1998, respectivamente, pero de inmediato descendieron y de ambas entidades hoy no se sabe nada.

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Everest, el campeón invicto

El añejo 9 de Octubre, aguerrido competidor en la primera mitad de la década de los años 80, fue un desastre en 1995. Desde esa edición de la competencia, hasta su vuelta a la división de honor en el 2021, permaneció durante más de un cuarto de siglo en la intrascendencia de la serie B, donde habita nuevamente.

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Pero hay entre los conjuntos de Guayaquil uno legendario que hace cuatro décadas dijo adiós a la serie A. Su recuerdo está cada vez más atrapado en la bruma de la mala memoria: el Círculo Deportivo Everest, el club del que surgió Alberto Spencer Herrera. Con más galardones que los que ostentan los arriba mencionados, los rojos militaron por última ocasión en el estrato de privilegio en 1983. Everest es aún, después de Barcelona SC y Emelec, el otro club de la ciudad que se coronó campeón de Ecuador. ¡Y dio la vuelta olímpica como monarca invicto de 1962!

Desde el fondo del pasado lejano regresan, remolcados por la nostalgia, los sobrenombres Equipo de la Montaña, Ciclón Rojo, Baisanos, con los que Everest era identificado cuando su presencia en primera del balompié nacional era constante. Después de su triste resbalón los everianos se fueron para no volver.

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¡Caszely y Sotil!

El Everest de 1983 soñaba en grande, con varios fichajes estelares, pero se fue a la B. Foto: Archivo

En el fatídico 1983 la dirigencia del Everest, cuyo presidente era Héctor Solórzano Constantine, soñó en grande, pero sobre cómo sostener financieramente una temporada ambiciosa los cálculos que hicieron fueron errados. En febrero de 1983 EL UNIVERSO publicó que los rojos tenían en la mira a los prestigiosos mundialistas Carlos Caszely (chileno) y Hugo Cholo Sotil (peruano).

“Everest quiere vestirse de largo en el próximo campeonato. Dos emisarios del club, el presidente de la Comisión de Finanzas, Benjamín Sotomayor Triviño, y el gerente, Vicente Palacios, viajarán al sur del continente en busca de refuerzos extranjeros para el Ciclón Rojo. Los dos enviados del equipo Baisano tocarán las puertas del chileno Carlos Caszely y del peruano Hugo Sotil. Estos jugadores figuran en una lista que llevan en carpeta. Si no se puede contratar a Caszely y Sotil, los dirigentes everianos continuarán viaje a Buenos Aires y Montevideo, porque tienen otros nombres de jugadores importantes que pueden ser contratados”, decía la información de este Diario.

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Poco después del lanzamiento de esa doble bomba Marco Castro, titular de la Comisión de Fútbol del Equipo de la Montaña, anunció las incorporaciones del golero Milton Rodríguez y del zaguero Pablo Zaldumbide, dejados en libertad por EL Nacional.

Compañero de Maradona

Carlos Fren, volante de la selección argentina, de 29 años, el bombazo ce Everest en 1983. Foto: Archivo

Los sueños de fútbol incluían atrevidos proyectos fuera de la cancha, de acuerdo con lo referido por la directiva: “Everest prepara un plan para incrementar socios a todo nivel. Hay optimismo. Los dirigentes están empeñados en darle lo mejor a la afición deportiva en la temporada. A más de un buen equipo de fútbol, una buena organización institucional para ir moldeando en Everest. un club que se constituya en una real y efectiva fuerza deportiva y social en el puerto”. No sucedió nada de aquello. Sin el debido sostén económico el propósito everiano muy pronto se fue a pique, como el Titanic.

Abajo: Carlos Fren, con barba, y dos lugares hacia la derecha Diego Armando Maradona en Argentinos Jr. de 1977. Foto: Tomada de Internet

“El Everest, en pos de formar un gran equipo”, resaltó EL UNIVERSO el 18 de febrero de 1983 en alusión al desembolso de la directiva. Se concretaron, de manera plausible, los fichajes del argentino Miguel Ángel Sabañón Gutiérrez –goleador del torneo ecuatoriano de 1980–, de Emilio Huayamabe y Stalino Sánchez, procedentes de Emelec; fueron adquiridos los goleros Máximo Vera y Diego Cabezas (se frustró el pacto con Milton Rodríguez) para juntarlos con Shiliman Ortiz; y de Audaz Octubrino trajeron a Galo Tenemaza. Tyrone Castro, Santos González, Carlos Látigo Cedeño y Carlos Cuvi eran sus delanteros.

Además, Everest se dio un lujo en 1983: el volante gaucho Carlos Guillermo Fren fue convencido de dejar al Racing de Avellaneda para unirse al plantel baisano. Fren había sido compañero de Diego Armando Maradona en Argentinos Juniors, de Ricardo Bochini en Independiente de Avellaneda (como titular ganó el Nacional de 1978 con los Diablos Rojos), y en 1980 fue citado a la selección por César Luis Menotti. Fren fue una de las contrataciones de mayor impacto para aquella temporada.

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Derrota 10-0

En el caso de Sotil, ni el viaje a la capital peruana de directivos para tratar de persuadir al antiguo astro del FC Barcelona de Johan Crruyff, ni la astucia negociadora que caracterizaba a Vicente Palacios, sirvieron para hacer cambiar de postura al Cholo, que originalmente había dicho sí a la oferta del Evererst. Ricardo Arias, dirigente del Municipal, de Lima, lamentó que luego de “estar ya todo arreglado” Sotil comunicara que no tenía “intención de emigrar a Ecuador”. Y no vino.

A mitad de la campaña 1983 escaseó el dinero. Como consecuencia desaparecieron muchos de los costosos refuerzos -Fren, entre ellos- y también casi toda la dirigencia del Everest. Todo dejó de funcionar. Ni con Jorge Nene Espín como entrenador, y tampoco con su reemplazante, el brasileño Otto Vieira, hubo salvación.

La crisis se reflejó en la cancha. Everest sufrió goleadas escalofriantes en la altura: con un 6-0 lo castigó América; El Nacional fue despiadado y le metió 7-0; y con cuatro tantos del Apache Alcides de Oliveira, Liga de Quito despedazó a los guayaquileños con un demoledor 10-0 (una fecha antes los everianos habían derrotado 1-0 a Barcelona SC, equipo al que tenían la costumbre de amargarle la vida). Luego de soportar tanto dolor hubo breves 90 minutos de alegría para los moribundos. El 30 de octubre de 1983 los rojos doblegaron 2-0 al América, en el estadio Modelo. Fue la última victoria en la pirmera A.

El 6 de noviembre de 1983 le expidieron la partida de defunción al tradicional cuadro de Guayaquil, vencedor del torneo profesional de Asoguayas de 1960, y también del llamado Campeonato de Campeones o Supercopa Ecuatoriana de 1969 (certamen no oficial disputado entre todo los elencos que hasta ese momento habían sido monarcas del país, menos Barcelona SC).

“En un partido donde primó la desesperación”, comentó Diario EL UNIVERSO, Everest empató 0-0 con el Aucas, en el inmueble de la avenida de las Américas. El resultado lo hundió en el fondo de la tabla del hexagonal del no descenso. En 1983 Everest solo ganó dos veces en esa nefasta instancia, empató tres partidos y perdió cinco. Completó solo 7 puntos, como Deportivo Quevedo, pero se fue a la B por gol diferencia. Los desaciertos dirigenciales lo sentenciaron y no subió jamás. (D)